“Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente.” – Artículo 4.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica).
El derecho a la vida es, incuestionablemente, el más importante de todos los derechos del hombre, del cual se deriva el goce y ejercicio de todos los demás. En Comunidad y Justicia estamos orgullosos de saber que Chile es uno de los pocos países en el mundo en que la protección de la vida del que está por nacer se encuentra protegida sin excepciones ni matices, pues constituye un reconocimiento explícito de la dignidad humana desde su concepción. Sin embargo, en nuestro país el estatus jurídico de los no nacidos se encuentra constantemente amenazado por quienes promueven la despenalización del aborto bajo el manto de los llamados “derechos sexuales y reproductivos” que se utilizan generalmente como un eufemismo para la promoción del aborto indiscriminado. En Comunidad y Justicia nos sentimos especialmente llamados a tomar acción en defensa de los no nacidos como parte de los sin voz de nuestra sociedad.
Pero los no-nacidos no son los únicos cuyas vidas se encuentran en riesgo. Quienes son víctimas de tratos vejatorios, inhumanos o sometidos a trabajos que exceden su capacidad física ven su integridad física y psíquica violentada. La detención ilegal, la tortura, la prisión por deudas o los trabajos forzados son otras formas por las cuales se vulnera el derecho a la vida de todas las personas en nuestra sociedad moderna. En Comunidad y Justicia haremos nuestra parte para que en Chile estos hechos no ocurran.
Aun así, el derecho a la vida se ve mermado por otras amenazas más veladas. Últimamente, va ganando aceptación la idea de que la autonomía e independencia personal garantiza a todas las personas el “derecho a disponer de la propia vida”. Esta visión de la vida como algo “renunciable” choca de frente con la radical y esencial dignidad del hombre, que no conoce límites o excepciones. Por eso, en Comunidad y Justicia nos oponemos a todo intento de instrumentalización de la vida humana, incluyendo la eutanasia en todas sus formas, teniendo consideración especial por quienes sufren la negación de un tratamiento médico necesario para la mantención de su vida.