Roberto Astaburuaga: “Por un voto”

Lo obvio por sabido se calla y por callado se olvida. Con estas palabras, el consejero Luis Alejandro Silva abrió la discusión en el Pleno del Consejo Constitucional la discusión y votación del capítulo I del proyecto de Constitución. Y es muy cierto, porque parece que se ha vuelto necesario abrir el baúl de las cosas obvias y olvidadas para ponerlas por escrito.

Pero cuatro consejeros de Chile Vamos decidieron mantener en ese baúl que “Todo ser humano es persona”. El artículo no se aprobó, no por presión de la izquierda, sino por división en la derecha. A pesar de tener 33 votos, de actuar unidos en comisiones y declaraciones, al momento de la verdad, en donde las convicciones se demuestran y los acuerdos se respetan, no fue suficiente.

El problema no está en la norma, pues sólo dice algo evidente para el sentido común. El problema es anterior y se revela en el telón de fondo que se ha instalado en estos meses: los acuerdos y la transversalización. Quienes públicamente apoyaron la decisión de los disidentes, ponen por delante de los principios ese acuerdismo que no mira el contenido de lo acordado. Así, se sacrifica la justicia propia de la norma por la excusa política del entendimiento y de los acuerdos. ¿Qué acuerdos se pueden alcanzar si no son capaces de ponerse de acuerdo en lo más básico, base de la sociedad, como lo es el reconocimiento de la personalidad al ser humano? ¿Cómo aprobar esa norma es negarse al diálogo?

Seamos honestos. ¿Realmente alguien cree que por rechazar esta norma se abrirá una oportunidad de que la izquierda revierta su decisión de votar en contra? ¿A quién engañan? ¿Acaso no fue suficiente con el resultado de la negociación de la semana pasada en la que pedían anular votaciones y condicionarlo al resto de las conversaciones sobre los demás temas? No se sumarán.

Aún si no fuese por convicciones, al menos por estrategia electoral era una mala idea que la derecha no se alineara. En un momento en el que el “En contra” se impone en todas las encuestas, la derecha no puede darse el lujo de desdeñar a parte importante de su electorado, no tanto por esta norma, sino por ver que no hay convicciones reales. Si no se puede alegar ignorancia sobre ese factor, todo conduce a que hay quienes, dentro de la derecha, no quieren que el proceso constitucional sea exitoso, y por tanto, sus llamados a los acuerdos y al entendimiento son hechos a sabiendas de que no serán respondidos, pero que les deja como “defensores de la democracia”.

Si con el rechazo de esta norma, las alabanzas llueven porque se logra un texto menos “identitario”, sería mejor que los partidos no invoquen principios que dicen defender si luego renuncian a ellos. Este zigzagueo ha sido una constante en los últimos años del que han sido incapaces, por convicción o conveniencia, de escapar. ¿Cómo puede ser identitario decir que todo ser humano es persona? ¿No es esa la identidad básica y mínima, anterior a cualquier otra?

La posibilidad de consagrar este principio básico, reconocido en tratados internacionales y evidente para cualquier chileno, se esfumó definitivamente de este proceso.

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Roberto Astaburuaga: “Por un voto”

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