El derecho a la vida de quien está por nacer se menciona una y otra vez como una de las materias abordadas en las negociaciones por los partidos políticos que expertos y consejeros deberán modificar. La salida: volver a la redacción actual. Pero la derecha no puede ceder.
Los consejeros han aprobado normas que constituyen avances considerando nuestra tradición constitucional e innovando según las circunstancias actuales. En materia de seguridad y probidad esto se ha reflejado en normas nuevas, principios o capítulos completos (Defensa Nacional, Seguridad Pública, etc.). Un capítulo solo para proteger el medioambiente y deberes para las personas y el Estado de promover la protección, bienestar y respeto de los animales. Y así con varios temas que son banderas de la derecha o banderas de la izquierda adaptadas. Y los retrocesos respecto a las pretensiones originales han sido mínimos.
Pero en lo que se refiere a quien está por nacer pasa exactamente lo opuesto: los avances han sido mínimos y los retrocesos fueron máximos. Dos de las tres enmiendas presentadas por la derecha proponían subir la protección normativa de lo legal a lo constitucional: descartado por la enmienda de unidad de propósitos. Las tres enmiendas buscaban individualizar de mejor manera al no nacido: desechado por la opción que les pareció menos ruidosa. En el Pleno no se aprobaron dos innovaciones al artículo 1: que todo ser humano es persona y que las personas son -y no nacen- libres e iguales en dignidad y derechos. El contenido de la Iniciativa Popular de Norma, que juntó más de 15 mil apoyos, no fue considerado en la norma finalmente aprobada. Incluso, en un gesto de tranquilizar las críticas del oficialismo, se indicó que se retiraría la enmienda más protectora. Y, por último, el anuncio de que, salvo la libertad de elección en los derechos sociales, todas las materias están sujetas a acuerdos y negociación. Suma y sigue.
Ya no se puede retroceder más sin que eso signifique mantener el statu quo. El único cambio que se logró debe mantenerse, sea que no se apruebe una observación que busque mantener lo que tenemos hoy o que esa observación sea rechazada por los 33 consejeros. Cada uno podrá tener distintas razones para sostener esta postura, pero el sector que ha defendido al más vulnerable de todos no puede tambalear por considerar que especificar la personalidad del no nacido, cuestión que es acorde con sus principios, sería un retroceso.
La salida no puede ser “despejar lo valórico”. Hay que hacerse cargo de “lo valórico”. Defenderlo y promoverlo. A pesar de los retrocesos, se logró un avance. El Consejo debe defenderlo. Tal como lo hizo en la Convención cuando se aprobó el derecho al aborto libre. Porque los principios se defienden, siempre y en todo lugar, con la misma fuerza, seas mayoría para avanzar o minoría para resistir.
La derecha tiene una oportunidad única de decir que hay alguien en el vientre materno, que tiene dignidad y que tiene derechos. Una norma que, además, conversa con el apoyo y acompañamiento a las madres, especialmente a las que tienen embarazos vulnerables, abordando el asunto de forma integral y armónica. Por el bien de ambos.
No retrocedan. Mantengan el quien.