Las feministas son el peor enemigo de las mujeres, decía Alice von Hildebrand en su libro «El privilegio de ser mujer». Basta ver los frutos de las titulares feministas de los Ministerios de la Mujer en distintos países para comprobar cuán cierto es.
En España, Irene Montero fue la titular del Ministerio de Igualdad entre enero de 2020 y noviembre de 2023. Famosa se volvió la ley “solo sí es sí” que eliminó la distinción entre agresión y abuso sexual y redujo las condenas por delitos de agresión y violación, lo que provocó que, al 1º de junio de 2023, los tribunales españoles acordaran 1.127 rebajas de pena y 115 excarcelaciones de condenados por delitos sexuales. Inolvidable será su preocupación por los niños cuando sostuvo que “tienen derecho a conocer que pueden amar o tener relaciones sexuales con quienes les dé la gana, basados eso sí en el consentimiento”. Bajo su mandato, los femicidios aumentaron de 50 en 2020 a 55 en 2023, y como el peor año en relación al 2019 (56).
En Argentina, el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidades fue dirigido por Elizabeth Gómez (diciembre de 2019 a octubre de 2022) y Ayelén Mazzina (octubre de 2022 a diciembre de 2023), hasta que el nuevo Presidente, Javier Milei, ordenó su transformación -no eliminación- en la “Subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género” a cargo del Ministerio de Capital Humano.
En su carta de renuncia, Gómez señaló que, mientras fue ministra, los femicidios y travesticidios disminuyeron en un 14%, números que no cuadran si se considera que en 2022 hubo 226 víctimas y en los primeros siete meses de 2023 fueron 190. Lo curioso es que, según un informe del Centro de Estudios Latinoamericanos sobre Inseguridad y Violencia (CELIV) de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), que analizó el impacto de los homicidios en la Argentina en el período 2001-2021, los homicidios -sin distinción por sexo- habían disminuido en los últimos 8 años, lo que no se habría reflejado en la tasa de femicidios, la que se habría mantenido constante. Lo anterior en el contexto de ubicar a Argentina como un país pionero en la elaboración de leyes y políticas públicas diseñadas especialmente para luchar contra “la violencia de género”. Quizás los fondos se destinan a otras cosas como capacitaciones sobre “diversidades”, promoción de la “sororidad” o fortalecimiento de cupos de género para la élite feminista argentina.
En Chile, el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género fue creado en 2015. En 8 años, pasaron por la cartera Claudia Pascual en Bachelet II, Isabel Plá, Macarena Santelices y Mónica Zalaquett en Piñera II, y Antonia Orellana en el gobierno frenteamplista de Gabriel Boric. El 19 de diciembre de 2023, la Ministra Orellana entregó el Informe Anual del Circuito Intersectorial de Femicidios del 2022. Los datos: existe un aumento constante de femicidios frustrados: 151 en 2020, 163 en 2021, 180 en 2022 y para el 2023 la cifra salta a 208, según cifras del Servicio Nacional de la Mujer. Según datos de la Fiscalía, los femicidios consumados han sido 29 en 2018, 45 en 2019, 47 en 2020, 55 en 2021 y 52 en 2022. Al 18 de diciembre de 2023, se han cometido 39 femicidios.
Las tres ministras comparten un diagnóstico común: existe una estructura opresora machista (“el patriarcado”) sobre la mujer y una relación de oposición dialéctica entre ella y el hombre. Mujer víctima y hombre victimario.
Los problemas son otros. No es que un hombre mate a una mujer por el mero hecho de ser mujer. De partida, la calidad de víctima o de victimario no puede depender de su sexo, sino del acto que se realiza o padece. Luego, se deben revisar las causas. El asesinato puede responder a celos, alcohol o drogas, ocultar otro delito, etc. Esos son los motivos que se deben estudiar y enfrentar. El peligro y daño que se genera entonces, es evidente. Por un lado, se desatienden las causas reales de los asesinatos de personas, sean hombres o mujeres, y, por otro, se priorizan y financian “soluciones” inspiradas en diagnósticos ideológicos y sin asidero en la realidad.
En lugar de potenciar programas sociales que se enfoquen en ayudar a las familias a resolver sus problemas y disminuir los niveles de agresividad, angustia y estrés, tenemos un Ministerio preocupado del “lenguaje inclusivo”, de la celebración del día de “el feminismo, la violencia de género, el femicidio, etc.”, de la destrucción de los “estereotipos de género” y la “diplomacia exterior feminista”. Feminismo champán y de cartón.
Ni el Gobierno ni los chilenos deberían sorprenderse si las cifras de femicidios aumentan este 2024. Siempre que las soluciones feministas intenten imponerse a la realidad, fracasarán una y otra vez; los problemas no se resolverán, pues sus causas no son atendidas, y el sufrimiento y la rabia aumentarán. Pero sólo celebran los intelectuales y políticos que lucran con el dolor. Todos sabemos que, al final del día, el feminismo es un buen negocio.