Prácticamente todos los proyectos de interés para el foco de Comunidad y Justicia se han visto paralizados desde que la pandemia llegó a nuestro país. Sin embargo, hemos seguido muy de cerca las discusiones que se han dado en el Congreso y hemos adelantado mucho trabajo para el momento de retorno a la «nueva normalidad».
A grandes rasgos, podemos decir que el Congreso se está centrando en aliviar económicamente a las familias por los golpes que han recibido o que recibirán por la crisis sanitaria. Sin embargo, muchas veces los parlamentarios han actuado sin conciencia de las consecuencias económicas (y, por ende, humanas) que eventualmente podrían producir ciertas iniciativas que se presentan de manera positiva. En más de una ocasión, el impulso populista ha sido lo que tristemente ha llevado a que se aprueben o a que avancen iniciativas que pueden ser muy perjudiciales para los chilenos. Otras veces, las rencillas políticas entre partidos han impedido lograr acuerdos sobre temas en los que existe un cierto consenso técnico. No obstante, al menos se percibe un tono de discusión centrado en las personas y las familias, lo que constituye un cambio radical de paradigma que es muy positivo para enfrentar el debate público.
Ahora bien, algunos proyectos de los que seguimos han avanzado. Sobre todo, los proyectos de ley de violencia contra la mujer (puede ver nuestra minuta más reciente sobre ese proyecto aquí) y de Servicio Nacional de Protección Especializada de la Niñez han avanzado un poco. Además, ha estado presente en tabla el proyecto de ley de filiación de hijos e hijas de parejas del mismo sexo (puede ver nuestra minuta más reciente sobre el proyecto aquí), pero siempre se pone en un un lugar demasiado lejano dentro del orden del día, lo que hace que no se alcance a discutir (ha estado en torno al 10° lugar del orden del día). El proyecto de violencia contra la mujer, al menos en su marco teórico, concibe a la mujer como dotada de una autonomía mal entendida, que la desprende de su entorno familiar, de la maternidad y de la complementariedad con el hombre, de modo que pasa a ser una clase estructuralmente enfrentada con la clase masculina o patriarcal. Aprovechando la excusa de que durante la cuarentena habrían aumentado los casos de violencia intrafamiliar contra las mujeres, se ha movido el proyecto, con toda su carga ideológica implicada. Hemos continuado con la asesoría a las senadoras que pertenecen a la comisión donde se están votando las indicaciones. Aun queda mucho para que termine la discusión en la comisión, pero avanza a ritmo constante.
Por otro lado, en la Cámara de Diputados hubo una polémica en torno a la nueva Mesa, el principal órgano político directivo de la Corporación, integrada por un Presidente, un Primer Vicepresidente y un Segundo Vicepresidente. Dos miembros de la Mesa recientemente electa pertenecen al oficialismo, lo que en un comienzo había levantado rumores acerca de un eventual reclamo (mal llamado ‘censura’) para remover a sus miembros. Consideramos que un reclamo así en estas circunstancias sería contrario al Reglamento. Hicimos una minuta que difundimos digitalmente entre muchos diputados y asesores, con una interpretación de la norma del Reglamento de la Cámara en que se establece el reclamo de la conducta de la Mesa (puede ver esa minuta aquí y una versión resumida de la misma aquí).
Además de todo lo anterior, hemos investigado acerca del llamado ‘debate de la última cama’. Pretendemos publicar dentro de poco un informe sobre los criterios para encontrar soluciones adecuadas en esta discusión tan compleja.
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