El segundo proceso constitucional avanzó a la siguiente etapa: aprobación de la reforma constitucional. Comienza la tercera: elaboración del borrador constitucional, y comprende designaciones y elecciones, instalación y trabajo de los expertos y consejeros.
A lo largo del año se enfrentarán distintos ejes políticos, surgiendo nuevas alianzas, desapareciendo otras y continuando las más sólidas. Existen tres ejes: oposición vs. oficialismo, apruebistas vs. rechacistas y acuerdistas vs. no acuerdistas. Los integrantes de cada postura pueden resultar rivales en uno y aliados en otra, y uno de ellos se impondrá en el proceso constitucional.
Cronológicamente, el eje de oposición vs. oficialismo se formó poco antes del eje apruebistas y rechacistas, con los mismos partidos políticos en cada bando, salvo la DC. El eje de oposición vs. oficialismo subsiste, pero el de apruebistas y rechacistas fue sustituido por el de acuerdistas vs. no acuerdistas, cambiando la configuración de sus integrantes.
Chile Vamos se separó de Republicanos, el PDG no firmó el Acuerdo y existió una porción del Apruebo, cercano a las posturas más radicales del Partido Comunista y del Frente Amplio, que cuestionó la legitimidad el Acuerdo del 12-D, por su excesivo control y tutelaje y la ausencia de participación ciudadana incidente. En el itinerario político, dentro y fuera del proceso constitucional, se producirá el choque entre estos ejes.
Pero el eje acuerdista cuenta con dos posiciones ganadas, pues la integración de la Comisión Experta y del Comité Técnico de Admisibilidad será en representación de las fuerzas políticas. En la designación de los expertos, según algunos cálculos aproximados, se imponen los acuerdistas: la UDI, RN y Evópoli tendrían, entre la Cámara y el Senado, 10 de los 24 cupos, y el PS, PPD, PR y PL contarían con 6 cupos, ambas coaliciones tendrían los 3/5 (14 votos) necesarios para aprobar normas, y podrían excluir a los 6 cupos de Apruebo Dignidad, aun cuando haya firmado el Acuerdo a regañadientes.
Los partidos de Socialismo Democrático deberán saber navegar entre los compromisos con la centroderecha para tener una Constitución de consenso, y al mismo tiempo lidiar con los intentos refundacionales de Apruebo Dignidad, pero sin que signifique romper la coalición de Gobierno. Así, el eje acuerdista no será un problema para la derecha en esta instancia.
En cambio, deberemos esperar a la integración del Consejo Constitucional para comprobar la subsistencia del eje acuerdista, y en esto, las alianzas y listas serán decisivas. ¿Chile Vamos irá solo o con Republicanos? ¿Evópoli estaría dispuesto a ello? ¿El PDG se juntará con Republicanos, el centro o Chile Vamos? ¿Con quien irá la DC finalmente? ¿Socialismo Democrático pondrá por delante su proyecto político o la fragilidad de la coalición de Gobierno? ¿Cuántas listas serán? ¿Tendremos un resultado abrumador como el plebiscito de entrada, la elección de convencionales o el plebiscito de salida hacia el Rechazo?
Todo se reduce a que se elijan o no los 30 consejeros del eje acuerdista. Si es que no lo logran, entonces la negociación en el Consejo será más intensa y los expertos acuerdistas intentarán hacer de contrapeso. Lo anterior ocurriría si la participación de Republicanos, Amarillos y PDG aumenta en el Consejo, y disminuye la de Chile Vamos, Socialismo Democrático y Apruebo Dignidad.
Como el objetivo final es tener un proceso prolijo que termine con una nueva Constitución «mínima y neutral» aprobada con un porcentaje mayor al Rechazo del 4-S, Chile Vamos y Socialismo Democrático se encontrarán en una posición delicada, si es que entre ambas fuerzas logran juntar los 3/5. La UDI y RN deberán conversar con Republicanos y dar señales a las bases menos acuerdistas, mientras que los socialistas y compañía deberán controlar que comunistas y frenteamplistas no cometan los mismos errores refundacionalistas de la Convención.
La fracasada alianza entre RN, Evópoli, Colectivo del Apruebo y Colectivo Socialista de la Convención, tendrá una segunda oportunidad de reflotar la política noventera de los acuerdos, junto con la UDI. Pero en el caso de no existir los 3/5 acuerdistas, la probable integración política del Comité Técnico de Admisibilidad garantiza que las normas no acuerdistas que arriesguen el Apruebo sean vetadas y que los requerimientos por normas acuerdistas sean rechazados.
Paralelamente, el Socialismo Democrático deberá lidiar con la gestión del Presidente. Y aquí se produce una serie de causas y efectos bastante curiosos. En el proceso pasado, se acudió a la mala gestión presidencial (y a su programa de Gobierno) como un argumento para rechazar, y según las encuestas, tuvo efecto.
Por segunda vez, el Presidente amarrará, quiéralo o no, su gestión a la posibilidad de terminar con la Constitución del 80. Si se mantiene la alta tasa de desaprobación, se acuñará un exitoso mensaje comunicacional que vincule la firma del Presidente a la nueva Constitución con su paupérrima gestión.
Pero para mejorar los números, deberá renunciar a sus aspiraciones “transformistas” y plegarse a las ideas que son más propias de la derecha. A su vez, deberá contener las iniciativas populistas que dañan a la economía, pero son apetecidas por gran parte de la población.
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