Roberto Astaburuaga: “Las concesiones constituyentes de Apruebo Dignidad”
Las concesiones de Apruebo Dignidad en la discusión constitucional son profundas. Ceder en la fórmula del órgano redactor (mixto o designado) se considerará una traición a su proyecto político, la independencia del mismo una ilusión y la participación ciudadana un blanqueamiento del proceso.
El diseño que actualmente se discute corresponde al de una Convención Mixta, solo que, en vez de ocupar un criterio de integración en un mismo espacio temporal (que sería la propuesta del Partido Demócrata), separa sus funciones en dos momentos, y tal como ocurre con la idea de Amarillos (100% designados) serían variantes de fórmulas rechazadas o no contenidas en la segunda papeleta del plebiscito de entrada.
La izquierda radical (promotora de un órgano 100% electo) advirtió esto, pero Jaime Ravinet, en una carta del jueves 24 de noviembre en El Mercurio, señaló que el efecto del plebiscito de entrada se agotó legal y constitucionalmente. ¿Cuál sería entonces la justificación de un nuevo acuerdo y Constitución? Para el ex ministro, se trataría del respaldo de una mayoría de la población chilena. ¿Y cuál es la forma de verificar la existencia de ese respaldo? Las encuestas. Pero son esas mismas temidas y escrutadas encuestas, las que señalan que el tema constitucional no es una prioridad para los chilenos o que tiene que haber un plebiscito de entrada.
Ante las declamaciones sobre el omnipotente poder constituyente originario, el oficialismo ofrece un mecanismo que deja en el Congreso el control en 3 aspectos. El Congreso redactará el Reglamento (aplicándose supletoriamente el del Senado) del nuevo órgano redactor; elegirá a los integrantes del Comité de Expertos que elaborará la nueva propuesta constitucional que será votada por el Cabildo, y como vimos, es una mera formalidad, y nombrará al Comité Técnico que deberá resolver las controversias respecto a doce bases intocables que, cual norma convencional, destacan por su extensión y detalle, con un procedimiento bastante menos rígido y abierto a la judicialización del nuevo proceso.
A su vez, a la fiscalización -“participación”- de los expertos durante el trabajo de los convencionales, se sumará la de los políticos, especialmente de los que han llevado adelante el acuerdo, pues ninguno querrá ser sindicado como responsable de un segundo Rechazo por cometer el mismo error… ¿Qué tipo de autonomía existe con este nivel de control?
Esta materia en Apruebo Dignidad es especialmente sensible. Desde 2019 defienden que el órgano redactor debe ser 100% electo, pues mantener esta posición asegura la fidelidad de las bases. Sin embargo, existe el riesgo de un bloqueo o punto muerto de las negociaciones debido a su intransigencia, y acumular una segunda derrota histórica. Ceder a una integración designada o mixta sería un paso más que los aleja de su proyecto político y disminuye las posibilidades de lograr una integración favorable, pero permite lograr el sueño de tener una nueva Constitución.
¿Fidelidad a las bases o tener una nueva Constitución? ¿(Segunda) oportunidad desperdiciada o darle viabilidad al proceso constitucional? Como si se tratara de la apertura del Gambito de Reina en ajedrez, la casa política del Presidente se enfrenta a esa decisión: aceptar el gambito, significa ceder el corazón de su postura, renunciando a sus expectativas de obtener una integración favorable. ¿Y que obtiene a cambio? Llegar a un acuerdo que permita comenzar el camino para obtener un segundo borrador constitucional. Pero si lo rechazan, a diferencia de lo que ocurre en el ajedrez, se acaba el juego. Por eso no sorprenden las interpelaciones que se han escuchado en los últimos días para que tome una decisión.
Alguno podrá sostener que durante el trabajo del órgano redactor se incluirán mecanismos de participación ciudadana, pero se trataría de un blanqueamiento y no de una verdadera oportunidad de incidir.
En efecto, la propuesta del oficialismo contempla dos periodos de cinco meses para la redacción de la nueva Constitución: primero por los expertos y luego por los convencionales, en donde los segundos votarán el borrador que elaboren los primeros. Por supuesto, se trata de una votación simbólica para dar la imagen de que el órgano redactor, en virtud de su poder constituyente originario, decidió por sí y ante sí, aprobarlo. No porque hubo un compromiso político o por el trabajo previo de expertos… ¿Qué efecto tendría en el plebiscito de salida que los convencionales rechazaran la propuesta de los expertos, cuando los primeros gozan de pésima fama y los segundos de gran popularidad?
La oferta de un mundo “perfecto”
La ONU nos dice que el aborto es un derecho humano. El Gobierno pretende un aborto libre, sin causales. La fallida Convención Constitucional, de la mano del feminismo extremo, trató de imponer el aborto como un derecho sexual y reproductivo, debate que sigue en el Congreso. Todo muy progresista; “no regresivo” suelen llamarlo.
El camino de la muerte conduce a decisiones como la tomada en Reino Unido, en que se legaliza el aborto de niños con Síndrome de Down hasta el día previo a su nacimiento. ¿Qué viene después? ¿Quiénes serán los próximos en cruzarse en el camino del superhombre hacia el “paraíso terrenal”?
La oferta es de un mundo “perfecto”, sin problemas y sin esfuerzos; pero falso, solitario, sin misericordia y, sobre todo, infeliz. Para que ese mundo prospere solo es necesario que los cansados y agobiados, los enfermos y caídos, no hagamos nada y nos mantengamos en silencio.
Álvaro Ferrer D.
Carlos Ciappa P.
Felipe Widow L.
Carlos Frontaura R.
Ricardo Irarrázabal S.
Javier Mena y Roberto Astaburuaga: “Ética, política y autocrítica”
Entre las razones que se han dado para explicar la victoria del Rechazo el 4-S, la responsabilidad de los convencionales por sus actuaciones personales ha recibido un tratamiento dispar.
Algunos, antes y después del plebiscito de salida, han reconocido sus errores abandonando un orgullo que prefiere brillar de forma solipsista y que rechaza ser iluminado por un prójimo, y otros han preferido evitar la pregunta por la autocrítica, indicando que lo importante es entender políticamente el antes, durante y después del año de trabajo de la Convención como un “todo”.
Pero las explicaciones políticas no excluyen las asociadas a la responsabilidad moral personal. En efecto, las razones políticas se refieren a las circunstancias, tanto en la Convención (retraso en el trabajo, gastos, etc.) como fuera de ella (rol de los medios de comunicación, movilización ciudadana, etc.), que resultaron decisivas en el resultado final, pero que resultarían incompletas si no se considerara que ciertas actuaciones de algunos convencionales en específico resultaron determinantes.
El daño no “lo hizo la conducta de la Convención”, como si se tratara de un órgano que operara con una identidad propia, concentrando las decisiones particulares de todos sus integrantes de forma indistinguible logrando así anularlas ante cualquier juicio ético que se les quiera legítimamente formular. La desprestigiada imagen de la Convención desde el día uno se debió a hechos puntuales y graves. Por tanto, al convertir las actuaciones de cada uno de sus miembros en irrelevantes, la autocrítica pasaría a ser mero y aburrido ejercicio de reflexión del fuero interno, carente de valor político y que diluye la responsabilidad personal de tal modo que el lema “yo estoy bien y tú estás bien” campea exultante.
Alejandro Serrano, en Ética y Política, recuerda que, para Aristóteles, la asociación Estado-Ciudad era un hecho necesario y natural, cuya organización y comportamiento (la Política) debía someterse a las normas reguladoras de su conducta. Es decir, sustentarse en la Ética y subordinarse a ella. En el pensamiento griego, la Ética es la esencia de la Política, como el arte del bien común. Unidas en la Antigüedad, han sido separadas por la Modernidad, pues se ha suprimido la ética como categoría política, lo que trae como consecuencia que la política se entienda como un valor en sí mismo y no subordinado y sustentados sobre principios morales. Las crisis provocadas por esta separación, a nivel nacional y mundial, son suficientemente conocidas.
Comunidad y Justicia celebra su 10° aniversario y el lanzamiento de la Revista Suroeste con la visita de R. R. Reno
En el encuentro se repasaron los grandes acontecimientos de los 10 años de nuestra corporación y las razones para seguir defendiendo los derechos humanos desde la perspectiva de la Doctrina Social de la Iglesia.
Este 2022, cumplimos 10 años en el trabajo de defender y proteger los derechos humanos desde la perspectiva de la Doctrina Social de la Iglesia. Para celebrar este aniversario, invitamos a varios de nuestros donantes y a varios amigos a repasar algunos logros y analizar desafíos del Chile de hoy. Además, contamos con la participación especial del teólogo, doctor en filosofía por la Universidad de Yale y editor de la revista First Things, R. R. Reno, autor del libro “The Return of the Strong Gods”, traducido al castellano por la editorial Homo Legens.
El evento comenzó con un cocktail para recibir a los invitados. Durante la comida, el Presidente de nuestro Directorio, Antonio López, dio un discurso destacando la importancia de seguir defendiendo los derechos humanos desde la perspectiva de la Doctrina Social de la Iglesia y agradeció a todos los que han hecho posible el éxito de la organización: “Comunidad Justicia se debe a la suma de numerosas voluntades que permitieron impulsar este proyecto”, dijo.

“Comunidad Justicia se debe a la suma de numerosas voluntades que permitieron impulsar este proyecto”.
Presidente del Directorio de Comunidad y Justicia Antonio López
Luego Russell Ronald Reno habló sobre la conocida tesis de su libro The Return of the Strong Gods, que explicaría el surgimiento de populismos en la política actual: “Vivimos en una época de negación. Nos urge guiar a los lectores hacia la afirmación de lo que es verdadero, bueno y bello. A la larga, el sí es más poderoso que el no”, dijo.

Además, en el marco de la celebración de nuestro aniversario, lanzamos Suroeste, nuestra revista digital, un espacio de reflexión y discusión sobre la filosofía de la Luz en un mundo posmoderno. Nuestro Director Ejecutivo y editor de la revista, Álvaro Ferrer, explicó que la idea de la revista es discutir y promover una visión del mundo que ilumine los ámbitos de la vida en comunidad, como la familia, el trabajo y la sociedad.
“Suroeste quiere aportar sus cinco panes y dos peces para que la ‘filosofía de la luz’ ilumine esta guerra en la noche”, explicó nuestro Director Ejecutivo y editor de la Revista Suroeste Álvaro Ferrer.

Como Comunidad y Justicia, agradecemos a todos los que han apoyado nuestra labor durante estos 10 años y se comprometieron a seguir trabajando por la defensa de los derechos humanos en Chile.
Las intervenciones de Reno y Álvaro Ferrer fueron publicadas en la Revista Suroeste, y el discurso de Antonio López en nuestra página web. Puedes acceder a ellos en los siguientes links:
>> Conferencia dictada por R. R. Reno con ocasión del lanzamiento de Suroeste
>> Discurso completo de Álvaro Ferrer Director Ejecutivo
>> Discurso Antonio López Presidente del Directorio
El Mercurio destaca la participación de Russell Reno en la presentación de la Revista Suroeste y el aniversario de Comunidad y Justicia
Russell Reno: “Existe un deseo de retorno a los amores fuertes”
El intelectual estadounidense, editor de “First Things”, participó en la presentación de la revista digital «Suroeste» y se refirió a la búsqueda de dioses fuertes o amores “que enciendan el alma”. También habló de la cultura woke y la situación del catolicismo. «Hay países en que el catolicismo cultural está acabado»
La religión es una fuerza vigorosa que ancla nuestras almas en lo trascendente. Y esa es el ancla más profunda y poderosa de todas” afirma sin temor Russell Reno, que está en Chile desde hace unos días. Reno realizó un trekking por la cordillera de los Andes y ayer participó en una concurrida conferencia sobre su reciente libro «Return of the Strong Gods: Nationalism, Populism, and the Future of the West», recién traducido al español.
El intelectual viajó al país invitado por la agrupación «Comunidad y Justicia», ONG que trabaja por los derechos humanos desde la perspectiva de la Doctrina Social de la Iglesia. Fundada en 2012, la corporación entrega asistencia legal al Congreso de Chile en diferentes materias y en su décimo aniversario está lanzando su revista digital «Suroeste», que mantiene una «amistad intelectual» con «First Things» y publica algunos de sus artículos.
Reno se sorprendió con el paisaje cordillerano chileno. «Tuve tiempo para hacer senderismo en las montañas. ¿Qué no puede gustar de un paisaje tan maravilloso? También conocí zonas de Santiago que han prosperado durante los últimos 30 años de globalización y sectores de pocos recursos en los alrededores de la ciudad. Al igual que el resto del mundo, Chile parece experimentar una brecha cada vez mayor entre los que participan en la economía global y los que no».
Russell Reno realizó su doctorado en filosofía en Yale y luego enseñó durante 20 años en Creighton College (universidad jesuita). Se hizo cargo de la revista «First Things» hace casi 12 años. «No diría que es una revista popular, es exigente para el lector. Hoy tenemos unos 30.000 suscriptores , explica Reno sobre esta revista de corte intelectual, religioso y conservador, a la par que ecuménico (colaboran judíos, protestantes y católicos). La revista aborda temas vinculados a la religión, la vida pública y la cultura actual.
Sobre la crisis vivida por la Iglesia Católica en su país y en Chile, Reno señaló a «El Mercurio» que «los pecados sexuales de los sacerdotes católicos han dañado a la Iglesia en Estados Unidos, ha socavado su capacidad para hablar con confianza en los asuntos públicos. He leído sobre lo que ha ocurrido en Chile, y mi impresión es que la situación es similar. Tal vez más pronunciada, porque en Estados Unidos nunca hubo una mayoría de fieles católicos».
“Diferencias aparte”, agrega Reno, “En ambos países se puede decir que el catolicismo cultural está acabado. No se puede presumir que la Iglesia marque la pauta de la sociedad en su conjunto. Pero en Estados Unidos hay aspectos de renovación, como en las órdenes religiosas que propugnan programas de disciplina espiritual, que están atrayendo vocaciones. En el clero joven muchos son valientes en su proclamación de la fe. Tal vez esto ocurra en Chile”.
Añade que “en Estados Unidos, estamos viviendo una gran polarización. Incluso se podría decir que estamos experimentando una ‘polarización metafísica’. un tremendo choque sobre lo que significa ser humano. Una consecuencia de esta polarización es un mayor compromiso de los jóvenes con la Iglesia. Ciertamente, no son una mayoría de jóvenes. Pero pienso que estos jóvenes atraídos por la fe religiosa funcionarán como una minoría creativa en las próximas décadas y quizás esto también suceda en Chile”.
En su nuevo libro, que comentó en la conferencia, Reno sostiene que las catástrofes de las dos guerras mundiales condujeron a una reacción contra cualquier creencia o convicción fuerte, de modo que el proyecto cultural occidental ha consistido en debilitar esos ‘amores’. No obstante, a su juicio, “si no hay nada por lo que valga la pena luchar, entonces nadie luchará. La tesis de mi libro estriba en que este proceso está llegando a su final. Hay un deseo de retorno de lo que llamo ‘dioses fuertes’, que es una metáfora de los ‘amores fuertes’: la nación, la familia y, obviamente, Dios”, señaló el escritor y periodista.
En su opinión, “las personas más abiertas y tolerantes son las que tienen las convicciones arraigadas, pues no se sienten amenazadas por otras personas que no están de acuerdo con ellas”. Para Reno, la cultura de cancelación propia del movimiento woke supone un signo de debilidad, no de fuerza. «Si no crees de verdad que tus convicciones están enraizadas en la verdad y establecer vigilancia sobre cualquier disidencia, pues los puntos de vista alternativos se convierten en una amenaza”. En cambio, «si soy un católico puedo discutir con un judío, un musulmán, un laico, porque sus puntos de vista no suponen una amenaza para mi confort existencial, que proviene de las raíces profundas de mi propia fe», señala el intelectual, criado como protestante en Baltimore, pero que se convirtió al catolicismo hace algunos años.
Reno concluyó en su conferencia que “necesitamos recuperar los amores y lealtades que anclan nuestras vidas, encienden nuestros corazones y nos abren a las posibilidades de la trascendencia”.
>> Texto en El Mercurio (disponible bajo suscripción)
Vicente Hargous: “Sangre y tierra”
“En 1914, los dioses fuertes del nacionalismo llevaron a Europa a una guerra terrible […], tras un breve paréntesis, estos dioses y otros se despertaron para una nueva ronda de violencia y derramamiento de sangre a escala mundial que terminó con Europa en ruinas”. Estas palabras de R.R. Reno, autor de El retorno de los dioses fuertes que viene a Chile invitado por la ONG Comunidad y Justicia, se refieren a un cambio radical de la política de nuestro tiempo. Desde 1945 las élites del mundo quisieron derribar los altares de los dioses fuertes: todo lo que oliera a rigidez, a verdad, a solidez, debía ser tildado de fascismo y borrado del mapa. Este proyecto alcanzó dominio total con la caída del muro, que marcaría lo que algunos pensaban que sería el “fin de la historia”.
Lo que en el resto del mundo se vio como un aumento creciente de pacifismo, moderación política y una veneración de la democracia, el “desencanto” o debilitamiento de los dioses fuertes, tuvo su correlato en Chile con el inicio de los 30 años. Hubo treinta años de paz que se caracterizaron por los consensos y la moderación. Pero a la vez, hubo un enfriamiento de la política, que lentamente fue desplazada por el economicismo que se comió vivo incluso a gobiernos socialistas que bailaron al compás del modelo de Chicago. Fueron años en los que podemos decir que políticamente no pasó nada ―décadas en que nos fuimos quedando en silencio, como dijera Mansuy―, pero se destruyó la familia, se terminaron de romper los vínculos sociales y se profundizó el materialismo. La era de la Concertación fue nuestra época de debilitamiento y desencanto, el fin de las utopías de uno y otro bando político, la renuncia definitiva a la lucha… no ya a la violencia armada, sino a cualquier forma de lucha por ideales que valgan la pena.
Pero el mito del progreso una vez más debía sucumbir: la caída del muro no era el fin de la historia (como tampoco lo fue para la historia de Chile la transición). El 18 de octubre de 2019 vimos colapsar los grandes consensos y alzarse una vez más banderas y cánticos desesperados por la falta de espíritu. Masas de gente harta de la liquidez del mercado y hambrienta de la solidez de la comunidad, de la vida de lo popular. Y es que la frivolidad, la comodidad, la farándula y los lujos son insuficientes para una vida humana plena, para una política sana y para un pueblo que quiera encontrarse consigo mismo. La economía es insuficiente, pero el problema no fue solamente la existencia de un malestar más allá del bienestar material, sino también la falta de sentido que trajo la modernización capitalista.
El 18 de octubre despertó lo telúrico, para bien y para mal. Como de una pesadilla, Chile despertó delirando y con fiebre, abruptamente, del sopor de un individualismo que pasa la cuenta. Y no somos un caso aislado: hoy vemos que los populismos aparecen en los más variados lugares del mundo, como manifestación de un sano anhelo de densidad metafísica de un pueblo que se resiste a renunciar a lo valioso. Es el retorno de los dioses fuertes.
Entrevista en El Mercurio al intelectual Russell Ronald Reno, invitado a Chile por Comunidad y Justicia
Russell Reno, editor de la influyente revista estadounidense «First Things»: “Discrepo del impulso de denunciar a nuestros antepasados como cretinos morales”
Religión, política y vida pública son temas que aborda «First Things», donde participan personas de fe católica, judía y protestante. Aquí, su director se refiere a asuntos como la cultura woke, la fe en el mundo actual y los populismos. Este lunes 28, Reno hablará en Chile sobre su visión del «retorno de los dioses fuertes», invitado por la corporación Comunidad y Justicia.
Tanto en la revista en que trabaja, como en su propia casa, Ronald Reno (62) experimenta la convivencia entre distintas creencias. Su esposa es judía y crió a sus dos hijos en esta fe. Reno creció como episcopaliano y se convirtió al catolicismo hace unos años. En su hogar conviven distintos credos, al igual que en «First Things», una influyente revista de índole intelectual en la que escriben judíos, católicos, ortodoxos y protestantes de distintas denominaciones. Es calificada como la revista estadounidense más influyente sobre religión y vida pública, un medio clave para comprender el pensamiento conservador actual.
Doctor en filosofía en Yale y académico durante décadas en la universidad jesuita de Creigthon College, el periodista y escritor dirige «First Things» desde 2011. Explica que allí «los redactores y lectores de la revista estamos unidos en dos convicciones. En primer lugar, nos preocupa que una sociedad secular carezca de peso o sustento moral y espiritual. Sin un horizonte de trascendencia, la política se convierte en un ídolo y la ideología en teología. En segundo lugar, creemos que la obediencia a la autoridad de Dios profundiza nuestra humanidad»
Tras celebrar Thanksgiving con su familia («en Baltimore, donde nací y crecí. Es una festividad muy importante y familiar»), Reno viajó a Chile para impartir, este lunes 28 a las 18:00 horas, una conferencia que celebra el décimo aniversario de la corporación Comunidad y Justicia, dirigida por el abogado Álvaro Ferrer. En la ocasión se lanzará la revista digital «Suroeste», que mantendrá nexos con «First Things». En un tono afable, pero agudo y preciso -nada de palabrería innecesaria-, Reno conversó con «El Mercurio» desde Nueva York.
— Hay cierto consenso en que hoy vivimos en una sociedad secular. Pero a juicio de «First Things», «no hay evidencia empírica de esa afirmación, al menos en Estados Unidos. Los estadounidenses parecen ser incorregiblemente religiosos». ¿Por qué cree que sucede eso?
“G. K. Chesterton observó que la estadounidense es una nación con ‘alma de iglesia’. Quizás el idealismo moral estadounidense nos impulse a estar abiertos a la trascendencia. A un nivel más mundano, podría decirse que la política estadounidense no experimentó la batalla altartrono versus liberalismo, que caracterizó a muchas sociedades europeas. El socialismo secular tampoco se impuso en Estados Unidos. En pocas palabras, el cristianismo tenía pocos enemigos. Eso está cambiando hoy en día. La revolución sexual ve al cristianismo tradicional como su enemigo».
— ¿No habría que reconocer un pasado intolerante de parte de religiones como la católica y protestante?
“Discrepo y soy hostil al impulso moderno de denunciar a nuestros antepasados como cretinos morales. El pluralismo trajo muchas cosas buenas, pero a un gran costo. Nuestras sociedades son más ‘planas’ que en el pasado, pues el pluralismo nos anima a centrarnos en las preocupaciones materiales que todos compartimos, lo que llamo los ‘dioses del hogar’”.
El César y Dios
—“La religión cautiva de la vida pública tiene poca utilidad pública», señalaba el número inaugural de «First Things». ¿Por qué no es sano mezclar «la ciudad de Dios» y la «ciudad del hombre» si tienen puntos de encuentro?”
“La religión frena el poder mundano. Debemos dar al César lo que es del César y nada más. Cuando la iglesia se convierte en un puntal del poder establecido, se vuelve mundana. La sal pierde su sabor. Dios exige nuestros corazones, mentes y almas y ningún sistema político debería pedir la fe de la manera total en que Dios la pide”
— La vida pública tiene mucho que ver con la cultura. Y el movimiento woke está hoy muy presente en los medios de comunicación, la cúpula empresarial y la esfera cultural. Si se supone que el estadounidense medio es religioso, ¿no revela eso un debilitamiento religioso?
“Sí, el mundo woke representa una variedad de movimientos de identidad y liberación, todos ellos utópicos. En este sentido, están relacionados con el marxismo, que era hostil a la trascendencia. La toma de gran parte de la cultura pública por parte de activistas woke hace que la sociedad sea cada vez más anticristiana. Sucede en gran parte porque en la última generación, las universidades se han convertido en una iglesia secular”.
—Dice que el progresismo “insiste en un nuevo futuro del cual es muy pesimista”.
“Hoy se derriban las estatuas, pero no se levantan. Se denuncia a Occidente, pero no se ofrece ninguna alternativa. Los jóvenes creen que el mundo está condenado a una catástrofe climática. Muchos insisten en que la sociedad es ‘sistémicamente’ racista o, de alguna otra manera, malvada en su propio ADN. Ya no está esa vieja confianza del comunismo de tener la ‘historia’ de su lado».
—Una de las bases del liberalismo clásico es la libertad de religión, de educación y de expresión. ¿Cree que el movimiento woke amenaza esas libertades? ¿Por qué no ha existido una reacción mayor del mundo liberal?
“Yo participo del punto de vista de Leo Strauss. El liberalismo por sí solo no puede sostenerse. Requiere tradiciones y valores preliberales, como el honor, el valor y el espíritu. El movimiento woke gana poder, pues propone ‘dioses fuertes’ como la equidad y la justicia, sin los cuales la libertad queda vacía. Ante esto, los liberales de nuestro tiempo no ofrecen ninguna alternativa. Nuestro trabajo es llenar este vacío. En pocas palabras, la fe en Cristo es el fundamento más seguro de la libertad personal. Y una población religiosa es el fundamento más seguro para una sociedad libre”.
Oligarquía global
—Usted subrayó hace poco que “la Organización Mundial del Comercio y otros pilares de la economía global actual fueron construidos por los gobiernos, no por los mercados. Utilizar el poder del gobierno para limitar el capitalismo debe formar parte de cualquier conservadurismo que tenga en cuenta la vida de los ciudadanos de a pie”. ¿Llama a una decidida intervención estatal? ¿Cuál es el límite?
“El Estado debe intervenir cuando la prudencia lo exija. Lo que necesitamos es un buen juicio sobre las realidades económicas, sociales y políticas, no principios sucedáneos que pretendan establecer límites. Vivimos en una época en la que las corporaciones globales son más ricas que los países soberanos. Esto amenaza con transformar nuestros países en provincias de una oligarquía remota y desvinculada. Valoro la soberanía política -una condición necesaria para la democracia-, más que los mercados libres. Debemos hacer algo para acabar con el poder de la oligarquía globalizada”.
—A su juicio, el énfasis en una sociedad abierta, sin fronteras entre naciones, géneros y otros conceptos, sería la “imposición de una élite”. ¿Por qué?
“Al principio, la ambición era diseñar un mundo en el que el totalitarismo fuera imposible, y un mundo abierto del que el dios fuerte hubiera sido desterrado. Con el tiempo, se hizo evidente que un mundo sin fronteras está más abierto al comercio, más disponible para los mercados. Y se hizo evidente que las personas desarraigadas y desorientadas son más fáciles de dominar. Así, nuestra élite tecnocrática ha desarrollado poderosos intereses en la ‘apertura ilimitada”.
Dioses fuertes
—Su libro “Return of the Strong Gods”, habla sobre un posible cambio de época, con un hombre en busca de «dioses fuertes», como mostraría la guerra de Ucrania. ¿Qué entiende por “dioses fuertes”?
“Es una metáfora y se refiere a las tradiciones, las comunidades y las verdades que nos inspiran amor y lealtad. Los dioses fuertes anclan nuestras vidas: la fe, la familia y la bandera son ejemplos clave”.
—¿Esta búsqueda no arriesga caer en fatídicos nacionalismos o populismos?
“Desde la caída del hombre, lo que es correcto y bueno ha sido objeto de perversión y mal uso. Claro que los dioses fuertes pueden volverse perversos, como sugiere. Pero la libertad también puede ser mal utilizada. Una sociedad libre puede convertirse en una sociedad de mera licencia y la tolerancia puede convertirse en indiferencia. La igualdad puede convertirse en un principio de nivelación brutal que justifique males terribles, como muestra la historia. No hay un sistema perfecto, no se puede escapar de la necesidad de la virtud”.
—En Estados Unidos existen prestigiosas universidades católicas, como Georgetown o Notre Dame. Usted tiene una visión crítica del mundo universitario y señala que en esos centros también se extiende una peligrosa cultura académica. ¿En qué sentido?
“Esas universidades católicas se benefician de su afiliación a la Iglesia. Ponen freno a los peores excesos del movimiento woke y protegen, hasta cierto punto, a los que disienten. Pero hay que hacer las paces con el radicalismo cultural progresista si se quiere sobrevivir como universidad de élite. Notre Dame y Georgetown buscan estar en buenos términos con la revolución sexual, por ejemplo. Dadas las realidades sociales de 2022, tal vez es inevitable, pero uno desearía más coraje y un poco más de espíritu de lucha”.
>> Texto en El Mercurio (disponible bajo suscripción)

Daniela Constantino y Gustavo Baehr: «Vulneraciones a la libertad religiosa en Nicaragua»
SEÑOR DIRECTOR:
La Cámara de Diputados, mediante un proyecto de resolución, condenó las graves vulneraciones a la libertad religiosa que han ocurrido y continúan ocurriendo en Nicaragua.
Sin duda, esto es un mínimo gesto de solidaridad con las Misioneras de la Caridad, el obispo Rolando Álvarez, el pastor Henry Aguilar y todas las víctimas de las injusticias perpetradas por el régimen de Daniel Ortega.
Daniela Constantino
Gustavo Baehr
Abogados de Comunidad y Justicia
Roberto Astaburuaga: “Ser o no ser inmovilista”
Ni el 18 de septiembre, ni el 18 de octubre, ni el 15 de noviembre pudieron ser la fecha simbólica para cerrar el segundo acuerdo constitucional. Quedan pocas posibilidades de que exista una discusión clara antes de fin de año. Quizás el 24 de diciembre, conmemorando la publicación de la Ley N.º 21.200, que regulaba el proceso constitucional. O a lo mejor guardan esa fecha para la publicación de la ley y no para cerrar el acuerdo.
Pero con cada día que pasa, con cada reunión infructífera, con cada cónclave mediador del oficialismo, el acuerdo se ve lejano. Un ultimátum tras otro, recriminaciones y frustración por la lentitud de las negociaciones es la tónica. La razón: el corazón del acuerdo. El tipo de órgano y la forma de elección de sus integrantes. Se han hecho los cálculos electorales para buscar la fórmula que más acomode a los comensales, pero hay temor que el plato sea más grande para los invitados nuevos o los que se han levantado de la mesa.
A diferencia del primer y segundo acuerdo, el tercero permite revisar la coherencia del argumento de quienes todavía promueven la vía constitucional como único remedio posible a la crisis política por la que pasamos.
El mandato inmortal de tener una nueva Constitución surge con la votación de la primera papeleta del plebiscito de entrada. La votación de la segunda papeleta contiene la solución del tercer acuerdo: que el órgano redactor sea una Convención Constitucional. Pero las reglas que alteraron la representación y el desempeño de los convencionales impiden repetir el experimento, por lo que se proponen y desechan nuevas fórmulas. Y surge la pregunta ¿Por qué sólo se respeta el resultado de la primera papeleta? ¿Cuál es el criterio para distinguir? ¿No fue acaso la misma “voluntad ciudadana” la que se expresó el mismo día? Porque si la razón es que debe revisarse el mecanismo de la segunda papeleta para volver real lo decidido en la primera, también se puede revisar el mecanismo de la primera para volver real la vía idónea de resolver las injusticias sociales.
Respetan el resultado del plebiscito de entrada solo en la medida que se acomoda a sus planteamientos inamovibles y ajustan en lo que les incordia. No hay coherencia argumentativa, y si no existe es necesario buscar otras soluciones o proponer marcos de discusión diferentes.
Rey y centro de los corazones
Rosario Izquierdo Ruiz-Tagle
“El gran mal, el mal de males de nuestra sociedad actual, es el haber perdido el sentido de lo sobrenatural, de lo divino”, decía hace ya un siglo el padre Mateo Crawley, sacerdote chileno de los Sagrados Corazones. Nuestra sociedad se ha vuelto profundamente naturalista, no somos capaces de reconocer algo trascendental a nosotros mismos. Esto tiene una doble consecuencia: por un lado, la falsa conclusión de que esta es la única vida, que debemos aprovechar al máximo, pues después no hay nada más: “comamos y bebamos que mañana moriremos». Por otro lado, la negación de lo sobrenatural nos lleva a la exaltación de la autonomía del hombre: no hay una norma superior a nosotros mismos, es decir, el mismo hombre es su propio límite.
Es urgente volver a sobrenaturalizarlo todo. Y como dicen: A grandes males, grandes remedios. Como vio santa Gertrudis, la devoción al Sagrado Corazón estaba reservada para los últimos tiempos de la sociedad, como remedio de la languidez y para remediar la indiferencia de los hombres hacia Dios. El corazón de Jesús es el centro de toda vida cristiana y manantial de toda gracia divina; por eso el Señor nos promete que de allí vendrá el renacer de las almas y la regeneración de toda la sociedad. Este es el único antídoto contra los males de este mundo, el único recurso eficaz para restaurar todas las cosas.
Mateo Crowley, comprendió lúcidamente que el problema social se solucionaba en el interior de la familia, que “es el núcleo de la sociedad, es la fuente de vida, por eso, si se envenena la fuente perece toda la nación”. De ahí la importancia de que las familias reconozcan a Cristo como Soberano, y en eso consiste la costumbre de “entronizar” al Sagrado Corazón: se pone a Cristo en el trono de cada familia, para así “inocular de tal modo profundamente a Jesucristo y la savia de su Amor divino en el hogar, en las raíces mismas de la educación familiar, que el árbol sea, por ende Jesucristo mismo en flores y frutos”.
El padre Mateo dedicó gran parte de su apostolado a entronizar el Corazón de Jesús en las casas chilenas ―entre ellas, en la de Juanita Fernandez Solar, mejor conocida como Teresita de los Andes― como medio para iniciar la instauración de su Reinado Social. Dado que queremos que Cristo reine en toda la sociedad, debe primero reinar en su célula básica, que es la familia. Este acto, tan sencillo y profundo a la vez, consiste en “el reconocimiento oficial y social de la Realeza amorosa del Corazón de Jesús en una familia cristiana”. Alrededor de 1910 un millón y medio de familias en todo Chile y América había acogido esta devoción. De este modo, hacía presente las palabras del Papa Pío XI: «Salvando la familia se salva la sociedad. Emprendéis una obra de salvación social, consagradle vuestra vida».
El padre Crowley veía cómo la sociedad se iba alejando de Dios, dejándose llevar por el “mal terrible, arrollador del laicismo social y político”, “ese modernismo nefasto y ominoso que pretendía destronar a Jesús y desterrarle de la vida familiar, social y nacional, reduciéndolo a un Rey de burla y de sacristía”. Para hacer frente a esto fue necesaria la “Cruzada de la entronización”, en España, Chile, Argentina y Uruguay. Pero como se apuntaba al reinado de Cristo en toda la sociedad política ―también en el orden temporal―, el padre Mateo preparó la Consagración de España al Corazón de Jesús. Poco después, el Papa proclamó la fiesta de Cristo Rey.
Hoy vivimos tiempos no menos difíciles que aquéllos. Es como si nuestro Chile gritara: “¡no queremos que él reine sobre nosotros!” (Lc. 19, 14). Resuena esa consigna a través de las leyes que proponen al mismo hombre como única medida y norma, o en educación cuando no somos capaces de educar a nuestros niños en los valores cristianos y preferimos asegurarles el éxito mundano. Quitamos a Dios de nuestras familias cuando no le damos el espacio que le corresponde. En nuestros trabajos, amistades y actividades de cada día, quizás no con palabras, pero sí con las obras, le pedimos al Señor que se vaya de nuestro territorio (Cfr. Mt. 8, 34).
Para que venga su reino es necesario volver a proclamar que “a Dios queremos en nuestras leyes, en las escuelas y en el hogar”, como se cantaba antes en las misas de campo.
“Reinaré a pesar de mis enemigos”, dijo Jesús al padre Bernardo de Hoyos. Él quiere establecer su imperio de amor. No quiere gobernarnos por temor o por la fuerza, sino que quiere hacerlo solamente por el poder del amor. Como dice Henri Ramière: “dominar todos sus feroces instintos con la debilidad voluntaria de la dulzura; apagar las vergonzosas concupiscencias con el encanto austero de la pureza; ahogar todos los egoísmos con los lazos de la abnegación; vencer la pereza con el heroísmo del sacrificio, y la codicia extremando la renuncia”. El amor es la única arma que trae este Reino y con ella quiere curar todas nuestras heridas.