Agenda legislativa: 2 al 6 de septiembre
Roberto Astaburuaga: “¿Qué tienen en la cabeza?”
Las primeras sesiones de la Comisión Investigadora creada para requerir información sobre la realización de tratamientos transafirmativos a niños han tenido a la Ministra de Salud como protagonista leyendo minutas con respuestas evasivas y que trasladan la responsabilidad a terceros. Cuál títere está claro que le gustaría colaborar mucho más de lo que se le permite.
En cada respuesta que da la Ministra insiste en que el Minsal no tiene programas que incluyan la hormonoterapia a menores de edad. Pero sus asesores no han leído que los documentos ministeriales para la implementación del PAIG (Programa de Acompañamiento a la Identidad de Género), destinado a niños entre 3 a 17 años, incluyen en sus prestaciones la derivación a tratamientos hormonales si se solicita. Es decir, validan o legitiman la hormonación de menores de edad, aunque se ejecute fuera del programa. Resulta insólito escuchar a modo de excusa que el PST (Programa de Salud Trans), diseñado y ejecutado bajo este gobierno, sólo hormona desde los 18 años, haciendo una distinción tramposa: el diseño del PST contempla hormonoterapia desde los 10 años, pero sólo se ha aprobado financiamiento desde los 18 años, por lo que es cosa de tiempo que ocurra.
A pesar de esto, la Ministra reconoció que de los 1.900 niños ingresados al PAIG, 600 de ellos recibe hormonas, es decir, a un año de implementación un tercio ya está con hormonas, pero no se sabe cuántos fueron derivados desde el PAIG, ni el tipo de hormonas, ni el sexo ni las edades. Tampoco se sabe la cifra de menores hormonados en la red pública que no han ingresado al PAIG y la cantidad en el sistema privado será imposible de conocer. ¿Y cómo supo que eran 600? Porque mandó un mail a los Servicios de Salud preguntándolo. Si ese es el nivel de diligencia para obtener información crucial, poca esperanza hay.
El Minsal tampoco se hace cargo de las otras peligrosas irregularidades del PAIG, no relacionadas con la hormonoterapia. Por ejemplo, la judicialización de los padres “resistentes”, como quedó demostrado al escuchar un testimonio de un padre a quien un tribunal le quitó el cuidado personal de una hija por no estar de acuerdo en llamarla por un nombre masculino y que ya lleva ocho meses separado e incluso con visitas semanales de Carabineros durante dos meses.
Primero dijeron que no había hormonas, luego que sí, pero casos excepcionales, y terminamos con 1/3 de niños hormonados. Y eso solo en dos sesiones. ¿Cómo seguirá la historia? ¿Cuánto más falta por saber? El Minsal no puede darse el gustito ideológico -bien caro, por lo demás- de seguir ocultando información, de justificar lo que se está haciendo y de no asumir la responsabilidad en diseñar y ejecutar un programa que está destruyendo cuerpos y vidas de niños o de tomar las medidas para impedir que siga ocurriendo. Si se supone que es el ente rector del sistema de salud.
En la sesión pasada, justificaron, en base a la autonomía progresiva, que los niños podían consentir en ingresar a este tipo de programas, y que a los padres sólo les informaban de esto. O en otras palabras, que da lo mismo que los padres se opongan. Cuando uno lee los comentarios en redes sociales sobre lo que está ocurriendo, no puede sino repetir con incredulidad: ¿Qué tienen en la cabeza para seguir avanzando y defendiendo esta locura?
Roberto Astaburuaga alerta en el Senado sobre las «terapias afirmativas» en niños y adolescentes
Nuestro asesor legislativo expuso ante la Comisión de Familia, Infancia y Adolescencia sobre la falta de transparencia y peligros en la realización de tratamientos sociales, hormonales y quirúrgicos a menores de edad en la red pública de salud.
Este lunes 26 de agosto, nuestro asesor legislativo, Roberto Astaburuaga, expuso ante la Comisión de Familia, Infancia y Adolescencia del Senado sobre las graves inconsistencias en la implementación de tratamientos hormonales a menores en el sistema de salud, destacando la falta de transparencia y la vulneración de derechos de los padres.
Durante su presentación, expuso sobre las falencias en la regulación y ejecución de «tratamientos afirmativos» hormonales en menores de edad. Además, destacó que, desde 2010, no ha habido actualizaciones normativas que incluyan a menores en estos tratamientos, a pesar de que la ley de identidad de género no contempla la hormonación en este grupo etario.
En cuanto al Programa de Apoyo a la Identidad de Género (PAIG) señaló que “está implementado en 37 hospitales de 29 Servicios de Salud. En el acompañamiento, en la toma de decisiones difíciles, se señala ‘derivar al adolescente para tratamiento hormonal o cirugía de adecuación corporal’ (…). Es decir, sí hay una promoción o sí se acepta como válido el tratamiento hormonal en menores de edad a partir del programa de acompañamiento (…) Sí hay una relación entre el programa de acompañamiento y la hormonación”.
También, nuestro asesor legislativo denunció que actualmente el PAIG promueve estos tratamientos sin la autorización de los padres, quienes, de oponerse, se arriesgan a ser denunciados ante tribunales de familia. “Esto es una vulneración directa de los derechos parentales, y una violación al principio de juridicidad que rige nuestro derecho público”, señaló.
Falta de transparencia y ausencia de información
Otro aspecto que destacó, fue la falta de concordancia entre las cifras proporcionadas por el Ministerio de Salud y la realidad reportada en los hospitales públicos. Mientras que la ministra de Salud informó que 600 menores están actualmente en tratamientos hormonales, una minuta del mismo Ministerio reveló que en abril de 2023 había más de 1.300 menores bajo hormonoterapia y 400 en lista de espera.
“Esto es una vulneración directa de los derechos parentales y una violación al principio de juridicidad que rige nuestro derecho público”.
Roberto Astaburuaga, abogado de Comunidad y Justicia
Finalmente, Roberto Astaburuaga comparó la situación chilena con la vivida en Inglaterra en 2015. En este sentido advirtió que, si no se toman medidas correctivas, Chile podría enfrentar una aceleración exponencial en la cantidad de menores sometidos a estos tratamientos, incluso mayor a la ocurrida en el Reino Unido. “Si no se revisa y detiene esta práctica, las consecuencias serán mucho más graves”, dijo.
Descarga la presentación en la comisión del Senado aquí.
Y te invitamos a leer nuestro documento «La cuestión trans. Para una comprensión integral del debate», que examina la complejidad de la disforia de género, sus implicancias filosóficas, médicas y sociales, y cuestiona la validez de las “terapias afirmativas” actuales.
Agenda legislativa: 26 al 30 de agosto
Roberto Astaburuaga: “Cuando el anticristianismo se hace costumbre”
El acto inaugural de los Juegos Olímpicos, que ridiculizó la Última Cena de Jesús y sus Apóstoles, puso nuevamente sobre la mesa las constantes humillaciones que debemos aguantar muchos creyentes, especialmente por las burlas a representaciones de las personas más importantes del cristianismo. Ha ocurrido, con diferentes niveles de gravedad, en eventos internacionales y en muchos países, y Chile no ha sido la excepción.
La persecución contra los cristianos en la actualidad es un martirio que ocurre en todas partes del mundo. Durante 2023, solo en Nicaragua, Bielorrusia, China y Nigeria, 132 sacerdotes y religiosos fueron detenidos, secuestrados o asesinados, según el reporte de Ayuda a la Iglesia Necesitada. Rápidamente se ha olvidado la masacre de casi 140 cristianos nigerianos para las fiestas navideñas. Pero también la blasfemia y el sacrilegio se han extendido. La blasfemia se puede entender como una actuación injuriosa contra las personas santas y cosas sagradas, o contra lo sagrado. Es tan grave la normalización de la blasfemia y el sacrilegio en una sociedad como la apatía y silencio cómplice de los creyentes que no se atreven a oponerse.
Chile no ha sido ajeno a este desprecio por el mundo cristiano. Iglesias quemadas por grupos mapuches y para el 18-O, templos vandalizados en las marchas feministas y sagrarios profanados en Halloween son noticias esperables para esas fechas. Pero hay otros modos, quizás menos dañinos materialmente, pero igualmente graves. Por ejemplo, cuando se puso un pañuelo abortista a una estatua de la Virgen María en la Casa Central de la Universidad Católica o la performance en el programa “Las Gansas” de La Red con insultos al Papa, a los católicos en general y actos obscenos con un rosario, del mismo estilo que el banderazo del Apruebo en Valparaíso. En otro nivel de gravedad, pero igualmente vejatorio, son las estatuas de la Virgen María en varias sucursales del bar “La Virgen”. Es un insulto para los católicos que al interior y exterior de los locales hayan instalado estatuas o imágenes a modo de decoración, como si fuese un simple cuadro o adorno más. También ha hecho noticia el reconocimiento legal de la organización satánica Templo de Satán, que basa su religión en el símbolo de Satán como el adversario a toda imposición dogmática. Y así suma y sigue una larga lista.
Otra fuente de ataque a los cristianos, y a todas las religiones en general, es el cumplimiento de una sentencia internacional de la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra Chile, que le ordena modificar nuestra normativa para que la elección de los profesores de religión no discrimine arbitrariamente. El Gobierno, por supuesto, ha aprovechado la oportunidad para tratar de controlar que la calificación de la idoneidad quede radicada finalmente en el Estado y ya no en las autoridades eclesiásticas. Curiosamente, para decirlo en términos suaves, el argumento de la separación Iglesia – Estado que se escucha cuando la Iglesia Católica se opone a temas como la píldora anticonceptiva, el “matrimonio” igualitario, el aborto o la eutanasia -progresos de nuestro tiempo, en palabras de un senador- ahora no se escucha.
Mediante avances sutiles y pasos tácticos, pero lentamente el anticristianismo, en distintos niveles y con diferente intensidad, ha ido calando en el mundo y en Chile. Es tiempo de que personas e instituciones defiendan su fe en el espacio público.
Roberto Astaburuaga: “La reverencia de las Pontificias Universidades Católicas al lobby trans”
La semana pasada, José Gallardo Matus, profesor de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, tuvo la valentía de señalar públicamente en el Claustro Pleno Ordinario que el cambio de sexo no existe y que es una mentira, que ninguna reflexión profunda (individual o colectiva) ni las hormonas o cirugías podrá cambiar la naturaleza sexuada del ser humano, que los colegios no son seguros para los niños porque pueden iniciar su cambio de sexo desde los 3 años y si los padres son denunciados en tribunales de familia si se oponen a que sus hijos ingresen a los programas estatales de acompañamiento a la identidad de género, que la Ley de Identidad de Género debe derogarse y que su Universidad “debe revisar de manera urgente todos los reglamentos y protocolos que avalan la farsa de la identidad de género”.
Obviamente, las organizaciones “defensoras de la diversidad” armaron el escándalo rutinario y exigieron las penas del infierno. Por supuesto, la Universidad, a través de un comunicado del rector Nelson Vásquez, se “distanció” de las opiniones del atrevido profesor, lamentando que estas hubiesen herido u ocasionado dolor en estudiantes y profesores, y recalcando que la Universidad no está de acuerdo con él.
Este episodio se suma al reportaje de Sabine Drysdale y la entrevista a dos doctores de la Red UC Christus, profesores de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile, quienes realizaban tratamientos transafirmativos (social, hormonal y quirúrgica) a menores de edad. No hubo reacciones públicas a nivel de rectoría, sino un simple comunicado de que no se realizarían nuevos tratamientos. Nada más.
Vale entonces preguntarse… ¿qué tienen estas universidades de pontificias y de católicas cuando se apartan del Magisterio de la Iglesia, ignoran o malinterpretan la Declaración Dignitas Infinita y se inclinan ante el lobby trans? Nos acercamos cada vez más al caso de la Pontificia Universidad Católica del Perú, que en 2012 el Vaticano le quitó los títulos de “Pontificia” y “Católica” por no adecuar sus estatutos a las normas de la Santa Sede. ¿Cómo es posible que la PUCV no comparta los dichos del profesor que están en perfecta sintonía con la Declaración Dignitas Infinita, que considera que el cambio de sexo es un grave atentado a la dignidad humana (Nº60)?
Esto no sólo se trata de otro caso de persecución y cancelación a un profesor por sus opiniones, sino de la incapacidad de las universidades católicas de actuar, en todo tipo de materias, de acuerdo con los principios y fe de la Iglesia Católica. Sin lo segundo, fácilmente se entiende por qué ocurre lo primero. Se espera que las universidades católicas sean coherentes con la doctrina católica en su interior, y que también sean líderes en defenderla públicamente y denunciar cuando el Estado atenta contra ella, por muy impopular que sea.
Vale la pena recordar lo señalado en la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae, sobre las universidades católicas: “Puesto que el objetivo de una Universidad Católica es el de garantizar de forma institucional una presencia cristiana en el mundo universitario frente a los grandes problemas de la sociedad y de la cultura, ella debe poseer, en cuanto católica, las características esenciales siguientes: (…) la fidelidad al mensaje cristiano tal como es presentado por la Iglesia (…)” (Nº13).
Agenda legislativa: 12 al 16 de agosto
Roberto Astaburuaga: “600 adolescentes sometidos a hormonas trans”
La semana pasada, TVN emitió un nuevo Informe Especial, dirigido por Santiago Pavlovic y titulado “Nuestros niños trans”, en el que aborda los casos de mayores y menores de edad que realizan su “transición” al sexo opuesto. Drysdale y Pavlovic han abierto la puerta para mostrar la aterradora realidad de la hormonación trans a niños y jóvenes y sus consecuencias irreversibles, los jueces que le quitan a los padres “opositores” la tuición de sus hijos y la feroz cancelación de las fundaciones activistas contra los que critican su modelo transafirmativo.
La información se ha ido conociendo con cuentagotas, pero cada testimonio y documento nuevo sólo hace crecer la preocupación por el daño que el Estado está provocando en miles de niños y padres. Literalmente, miles. La subsecretaria de Salud reconoció que, en la red pública de salud, 600 niños entre 10 a 17 años están recibiendo tratamiento hormonal, sea para bloquear su pubertad o para hormonación cruzada, que tienen efectos graves e irreversibles en los huesos, esterilidad, problemas en el corazón, etc. No sabemos desde hace cuánto tiempo reciben estas hormonas, si su uso está autorizado por el ISP, si los padres fueron coaccionados con la frase “hijo trans o hijo muerto”.
Dicen que el programa del Estado (PAIG o Crece con Orgullo), dirigido a niños entre 3 a 17 años y al que ya han ingresado más de 2.000 menores, no contiene terapia hormonal, sino que sólo “acompañamiento psicológico”. Pero lo que se niegan a reconocer es que ese programa sí hace derivaciones para tratamiento hormonal. ¿Cuántos, de esos 600 niños hormonados, partieron con el PAIG? ¿Cuántos de ellos se han derivado a la salud privada? Tampoco sabemos cuál es el periodo de tiempo que se ocupó para contabilizar los casos. Si contáramos desde, por ejemplo, el 2015, y sólo en la red pública, podríamos estar hablando de más de mil niños que están recibiendo un tratamiento hormonal que no tiene respaldo científico.
¿Cómo se le devuelve a Orlando (testimonio de Informe Especial) el tiempo que ha perdido con su hija de 15 años porque un juez decidió que sabía qué era lo mejor para ella y, por eso, los separó? ¿Quién le devuelve la tranquilidad a Ángela de que su hija ya no será acosada por los integrantes del PAIG para que siga su transición, a pesar de que ella no quiere volver? ¿Cuándo podrá José volver a ver a su hijo, arrebatado cuando tenía 3 años por jugar con barbies y que ya al año siguiente marchaba con faldas?
Una de las cuestiones más llamativas del reportaje de TVN, fue la negación de la diputado trans Emilia Schneider a reconocer que se debe respetar la decisión del padre de no autorizar el ingreso de su hijo estos programas y terapias de transición social y hormonal, al sostener que “el interés superior del niño está por sobre toda otra consideración”. Aplicando esa lógica, todas las normas que establecen prohibiciones según edades pierden sentido (ej. comprar alcohol o cigarros, firmar contratos, salir del país, etc.). Es preocupante que un integrante del Congreso, quien debe respetar y hacer respetar la Constitución, se esfuerce en no reconocer el deber y derecho preferente de los padres de educar a sus hijos, siendo, además, presidente de la Comisión de Educación.
El Estado está fallando estrepitosamente en todo lo que se refiere a población infantil: retraso en la entrega de útiles escolares, incapacidad de garantizar la seguridad y orden en liceos, crisis en los centros de Mejor Niñez… y a toda esta intranquilidad de los padres ¿ahora hay que sumarle que un establecimiento educacional, ante la sola opinión del niño, y sin avisarles, comience a tratarlo según su autopercepción, o incluso, derivarlo a estos programas de “acompañamiento”? ¿Cómo es posible que el presupuesto para el PAIG sea de 3.500 millones de pesos anuales?
Son sólo algunas de las preguntas que la Ministra de Salud deberá responder hoy, en la sesión de la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados a la que fue citada y que revisará todas las aristas educacionales, presupuestarias, sanitarias, etc. El legado de este Gobierno será la experimentación científica en niños, el quiebre de familias y el financiamiento a los “monos peludos”.
La cuestión trans: análisis integral y crítico de la disforia de género y sus tratamientos
El documento examina la complejidad de la disforia de género, sus implicancias filosóficas, médicas y sociales, y cuestiona la validez de las “terapias afirmativas” actuales.
En un contexto donde las ideologías dominan el discurso sobre la disforia de género, presentamos un informe detallado que busca desentrañar la “cuestión trans” con una perspectiva integral y basada en la evidencia. Este documento, examina la unidad entre la identidad sexual y corporal, proponiendo un enfoque crítico y realista frente a las “terapias afirmativas”. Además, la necesidad de un debate abierto y razonado, alejado de la toxicidad y las presiones ideológicas que han nublado la discusión pública de este complejo fenómeno.
Para el lanzamiento de nuestro informe, invitamos a tres destacados panelistas, que analizaron, junto a nuestro Director Ejecutivo, Álvaro Ferrer del Valle, la realidad y los efectos de los “tratamientos afirmativos” en la actualidad: el activista de la ONG Disforiamente, Nael Condell; el profesor del Instituto de Filosofía UAndes e Investigador Senior del IES, Manfred Svensson; la directora de la Escuela de Psicología UFT y Vicepresidenta de la Asociación de Psicología Integral de la Persona (APSIP), Carolina Barriga.