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El Periódico mensual Encuentro, de la Iglesia de Santiago, realizó una nota para la edición de marzo en relación al proceso constituyente y el rol que deben jugar los católicos en ella. Nuestro Director Ejecutivo Álvaro Ferrer destacó la importancia del respeto por la vida en la nueva Carta Magna.
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En un mes Chile se apresta a recorrer un camino que tendrá como destino la redacción de su nueva Constitución Política. Frente a este escenario, el mundo católico tiene desafíos importantes para promover el diálogo y la amistad social, al servicio del bien común.
Por: Danilo Picart y Enrique Astudillo
El 25 de octubre de 2020, Chile decidió por amplia mayoría democrática, iniciar un camino para crear una nueva Constitu- ción, la que será redactada por una Convención Constituyente, integrada por 155 miembros que serán elegidos por votación popular este próximo 11 de abril de 2021. Posibilitando la participación de independientes y garantizando la paridad de género entre las y los convencionales. Quienes resulten electos, deberán redactar y aprobar una propuesta de Constitución en un plazo de nueve meses, pudiendo extenderse a doce meses. Se trata de un proceso de alta relevancia política, jurídica y social sin precedentes en los últimos años, y por ello, resulta importante reflexionar sobre el rol de la Iglesia en este período de discusión política.
Una Constitución que consagre el respeto por la vida
El abogado y director ejecutivo de Comunidad y Justicia, Álvaro Ferrer del valle, subraya que este proceso constituyente debiese consagrar deberes esencia- les y no usarse como un catálogo utópico de derechos subjetivos o personales. “La Constitución, en cuanto norma principal del orden jurídico vigente, establece las reglas fundamentales de la vida en comunidad y por ello, su importancia no puede relativizarse. A las reglas constitucionales habrán de subordinarse y adecuarse las demás normas, el ejercicio del poder público, la vida social y la conducción política”.
En virtud de esta premisa, Ferrer asegura que la Iglesia debe iluminar con claridad y valentía la discusión pública, dando testimo- nio de la verdad, “para que los fieles y personas de buena voluntad puedan formar bien su conciencia, escucharla y seguirla en sus decisiones contingentes”. En este sentido, el académico sostiene que hay bienes y principios esenciales que debieran reconocerse en la Constitución: “La dignidad de la persona y su primacía sobre el Estado; el derecho a la vida desde la concepción y hasta la muerte natural; la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer; el derecho y deber preferente de los padres y madres a educar a sus hijos; el derecho a buscar a Dios sin coacción y a practicar el culto religioso. En cuanto a principios, la Constitución debiera consagrar la subsidia- riedad y la solidaridad”.
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