Esta semana, la Cámara de Diputados vota la ley de presupuestos para el próximo año. Sin duda, varias partidas se relacionan con distintas crisis que viven los chilenos, pero hay una que no se puede dejar pasar: los niños. Los niños, desde los 9 años, a los que la salud pública chilena les está bloqueando su pubertad y metiendo hormonas del sexo opuesto a destajo. Diputado, ¿va a aprobar el financiamiento para hormonar niños? ¿va a permitir que siga ocurriendo? Porque el Gobierno no quiere que se prohíba.
Hace un par de semanas, la Tercera Subcomisión Mixta de Presupuestos aprobó una norma que impedía que se siguiera financiando las terapias hormonales y cirugías de reasignación de sexo a niños identificados trans. Sin embargo, el jueves recién pasado el Gobierno presentó una indicación para eliminar esa norma en la Comisión Mixta de Presupuestos y lo logró. Los parlamentarios que apoyaron dicha prohibición señalaron que insistirán para que se apruebe en la Cámara de Diputados.
Porque en Chile están hormonando y operando niños. Según reveló la Ministra de Salud en la Comisión Investigadora, al menos 600 niños desde los 10 años están con tratamientos hormonales en la red pública de salud. Niños de 10 años. Niños a los que se le congela en el tiempo, impidiéndoles crecer. Niños que les dan estrógeno y niñas a las que prescriben testosterona. Niños. Tratamientos que provocan infertilidad, perdida de la densidad ósea, producen cambios en la estructura cerebral y no cuentan con seguimiento a largo plazo. Procedimientos hormonales que causan secuelas de por vida, muchas veces irreversibles. Medicamentos que no cuenten con autorización para ser usados con ese fin, según los registros del ISP.
Como señaló el director de Cenabast ante la Comisión Investigadora, la Triptorelina (con uso autorizado sólo para detener la pubertad precoz y tratar el cáncer de próstata): de 2020 pasamos de distribuir 28.000 unidades de Triptorelina de 11,25 a 67.000 en 2023. ¿Puede haber una explicación a este aumento que no esté relacionado con la hormonoterapia? Sí, pero hasta el momento no ha existido. Así, los llamados a la austeridad de los hospitales y de rescate financiero incluye preguntarles cuántos recursos se han desviado para estos tratamientos hormonales.
Los niños y jóvenes están en una etapa de sus vidas en los que su capacidad de razonar y decidir está en formación. Esto es absurdo. No pueden comprar alcohol o cigarros ni firmar contratos o casarse, pero ¿pueden consentir en recibir tratamientos cuyos efectos los sentirán toda su vida? Así, los psicólogos y doctores toman la sola autopercepción del niño como una sentencia y lo introducen en el camino de las hormonas, al cual pueden quedar dependientes para toda la vida.
Lo preocupante es que el Gobierno también sigue defendiendo la continuidad del Programa de Acompañamiento a la Identidad de Género (PAIG), destinado a niños desde los 3 a los 17 años, y que si bien sólo tiene acompañamiento psicológico (es decir, transición social), los funcionarios del PAIG pueden realizar derivación a terapia hormonal. De hecho, en enero de este año se realizó una capacitación del Minsal a funcionarios de la red pública de salud para orientar sobre cómo realizar estas derivaciones. Si actualmente más de 2.500 niños y jóvenes han ingresado a este programa, y la transición social es una cinta aceleradora a la transición hormonal, ¿cuánto más aumentarán los números de menores hormonados?
Si realmente queremos que los niños estén primero en la fila, que no sea una que termina en inyecciones experimentales. Dejemos que los niños sean niños. Que crezcan y que no vean la pubertad como una enfermedad. Diputado, no permita que sigan hormonando a los niños de Chile.