Esta semana en la columna Constituyente del diario El Líbero, nuestro abogado asesor explica por qué es grave modificar el quórum de aprobación en la Convención.
La mañana del viernes 11 de febrero comenzaron a circular las primeras noticias sobre una posible modificación del quorum de dos tercios para las votaciones, en general o en particular, en el Pleno. El mismo día la Mesa Directiva envió un oficio informando el procedimiento de discusión. Luego, se informó que se había presentado una solicitud, firmada por más de 50 convencionales, que buscaba modificar el quórum de aprobación de la votación en general, de 2/3 a mayoría. Una votación de la Mesa zanjó el asunto definitivamente, en una que el vicepresidente estuvo por mantener el quórum, pero la Presidenta votó a favor de su reducción. Finalmente, en la primera sesión del Pleno para discutir y votar los informes de las comisiones, se discutió por más de una hora, en donde convencionales del Partido Comunista, Pueblos Originarios, Movimientos Sociales Constituyentes y Ex Lista del Pueblo insistieron hasta el último minuto en modificar el quórum. Esto es preocupante por diversos motivos:
En primer lugar, es una discusión que ya estaba zanjada pues el inciso 3º del artículo 133 de la Constitución vigente que señala que las normas deben ser aprobadas por 2/3 de los convencionales en ejercicio. Esto fue ratificado en los artículos 96 y 97 del Reglamento General en las votaciones de aprobación de los reglamentos, tanto para la votación en general y en particular, por lo que es la solicitud la que desvirtúa una posición ya establecida. En este sentido, aun cuando por unanimidad de los convencionales se decidiera que las normas constitucionales se aprueban por menos de 2/3, hacerlo sería infringir a la Constitución y carecería de todo valor jurídico.
En segundo lugar, temporalmente es un intento de cambiar las reglas pocos días antes de las primeras votaciones en el Pleno, lo que quita certeza y tranquilidad sobre el orden del procedimiento, distrae el foco del trabajo de la Convención y la somete nuevamente al escrutinio público en un evidente y burdo intento de saltarse la constitución.
En tercer lugar, es preocupante pues la Mesa no presenta una posición unánime en esta materia y es la misma Presidenta la que está abierta a alterar el quórum y más de un tercio de los convencionales apoya su postura.
>> Ver columna completa en El Líbero