Los efectos del Informe Cass, que denunció la ausencia de evidencia científica sólida en los tratamientos hormonales a niños y jóvenes con disforia de género, siguen expandiéndose. En Chile, el 8 de julio pasado se aprobó la creación de una Comisión Investigadora y en el Reino Unido, el nuevo gobierno laborista decidió mantener la suspensión de realizar, en la salud pública y privada, tratamientos hormonales a menores de edad.
Sin embargo, quienes se han opuesto a las conclusiones y recomendaciones del Informe Cass, tanto en Chile como en el extranjero, no han dudado en, como lo llaman eufemísticamente, “desinformar”.
Uno de los padres del reportaje de Sabine Drysdale relata que la psiquiatra que atendió a su hijo de 15 años y que creía ser una mujer, advirtió sobre la altísima tasa de suicidios en niños que no son apoyados por sus padres; misma advertencia recibida por otro testimonio. El argumento “hijo trans o hijo muerto” es, como describe un caso, la “espada de Damocles”, es decir, la amenaza constante de un daño o peligro o de apoyar la transición o de perder a un hijo. Ningún padre debería escuchar una insensibilidad de ese calibre. El Informe Cass concluyó que no existe respaldo sólido sobre la reducción del riesgo de suicidio debido a los tratamientos de afirmación de género, ya que la mayoría de los estudios que sostenían tal efecto tenían problemas metodológicos importantes, especialmente la falta de control adecuado de la presencia de comorbilidad psiquiátrica y su tratamiento.
Pero luego de la publicación del Informe y de la adopción de medidas por el NHS Reino Unido, activistas y agrupaciones trans denunciaron en redes sociales un gran aumento en el suicidio de pacientes actuales y recientes del Servicio de Desarrollo de la Identidad de Género (GIDS) en Tavistock desde una restricción anterior de los medicamentos bloqueadores de la pubertad que siguió a una decisión judicial (Bell v. Tavistock) en diciembre de 2020: 1 suicidio en los 3 años anteriores a la sentencia y 16 muertes (en lugar de suicidios) en los 3 años posteriores. El Profesor Louis Appleby, asesor en prevención del suicidio del Departamento de Salud y Asistencia Social, realizó una revisión sistemática de los datos de muertes entre 2018 a 2024 para comprobar la veracidad de la denuncia y concluyó que no existía respaldo, puesto que, concretamente, en esos 6 años hubo 6 suicidios, 3 antes de 2020-21 y 3 después. La desinformación malintencionada, masiva y sin base estadística sobre el suicidio juvenil buscando adecuarlo a un relato ideológico y que tiene incidencia en el riesgo de suicidio de los menores con disforia de género, revela que los activistas hacen exactamente lo que decían que no había que hacer.
En Chile, la desinformación se ha dado por contar sólo una parte de la historia o por no decir nada sobre noticias preocupantes. Por ejemplo, la subsecretaria de Salud señala reiteradamente que el Programa de Acompañamiento a la Identidad de Género (PAIG) no incluye hormonoterapia. Pero mantiene absoluto y conveniente silencio respecto a la parte de las normas técnicas del PAIG que indican, si se solicita, derivar al menor de edad para tratamiento hormonal, que puede ser en cualquier establecimiento de salud público o privado. También intenta “combatir la desinformación” cuando sostiene que las familias son integradas en el PAIG, lo que es cierto… sólo si están de acuerdo en que sus hijos ingresen. Sin embargo, no escuchamos ni una palabra sobre las, al menos, 5 referencias técnicas respecto a denunciar a los padres que se oponen al ingreso de su hijo al PAIG, lo que se confirma con los testimonios, públicos y privados, de familias citadas a tribunales de familia, y que en algunos casos han perdido el cuidado de sus hijos. Eso sí pasa en Chile.
Tampoco se ha referido sobre el Programa de Salud Trans (PST), que sí contempla la hormonación desde los 10 años y está implementado en 21 hospitales públicos. Según un documento del Minsal de abril de 2023, más de 1.300 niños y jóvenes chilenos están dentro la población bajo control para recibir hormonas y más de 400 en lista de espera. El PST ¡vaya coincidencia! trabaja coordinadamente con el PAIG.
Otro ejemplo lo encontramos en la columna “Asedio a la niñez trans”, que señala que muchas entidades internacionales (la Academia Americana de Pediatría, la Sociedad Americana de Endocrinología, la Sociedad Canadiense de Pediatría, entre otras) han mantenido sus guías clínicas a favor de la terapia género afirmativa, y cita uno que está en contra (el Colegio Americano de Pediatras). Lo que no dice es que también existe un gran número de asociaciones gremiales internacionales que han manifestado su apoyo al Informe Cass o que han seguido direcciones similares (la Sociedad Europea de Psiquiatría Infantil y Adolescente, el Colegio de Psiquiatras del Reino Unido, la Sociedad Alemana de Psiquiatría Infantil y Adolescente, el respaldo de la Relatora Especial sobre la violencia contra las mujeres y niñas de la ONU, etc.).
Pero más reveladora es la omisión del descubrimiento del Informe Cass respecto a que las guías clínicas de las asociaciones internacionales que mantienen su postura transafirmativa no siguieron los estándares internacionales para su elaboración, se basaron en evidencia deficiente y se citaban entre sí de forma circular generando un aparente y falso consenso científico, es decir, un cartel de citas. Cambia bastante el panorama con la información completa.
Con la instalación de la Comisión Investigadora y el inicio de su trabajo de recopilación de información, podremos tener mayor certeza de la preocupante realidad en Chile, pero está claro que seguir tratando no es una opción neutra.