Roberto Astaburuaga: “Las mujeres trans (hombres) no son mujeres”

Fueron necesarias 88 páginas para que el Tribunal Supremo del Reino Unido, unánimemente, llegara a esta conclusión. Una asociación de mujeres de Escocia impugnó que la definición de mujer en una norma local también incluyera a las mujeres trans (biológicamente hombres) que cuentan con un “certificado de reconocimiento de género” (GRC). Las recurrentes alegaron que la definición de mujer solo se refiere al sexo biológico y excluye el sexo certificado, en referencia a quienes tienen un GRC. Las consecuencias de la sentencia impactan directamente en una gran cantidad de ámbitos, especialmente en lo que se refiere a los deportes, fuerzas armadas, instituciones de educación no mixtas, cárceles, etc. La sentencia merece algunos comentarios.

Este fallo no se trata de un caso aislado y excepcional, sino que confirma el cambio de rumbo de los últimos años por avanzar en proteger a los niños y mujeres del lobby trans y regular la sociedad según la realidad y no a la autopercepción. El Consejo Federal de Medicina de Brasil prohibió la semana pasada que se prescribieran tratamientos hormonales (bloqueo puberal y hormonación cruzada) a menores de 18 años. Hace 2 semanas, un tribunal de familia australiano le entregó la custodia de un niño al padre que se oponía a que se le realizaran tratamientos hormonales, ya que no había evidencia científica que respaldara sus supuestos beneficios (caso Devin).

También existen avances en otros países, como informa Bernard Lane. Hace poco, el Departamento de Educación de Estados Unidos inició una investigación por una ley de California que prohíbe a los funcionarios escolares revelar la “identidad de género” de un niño a sus padres. Además, a fines de abril, es probable que el secretario de Salud de USA publique una revisión de literatura científica similar a la encargada a Hillary Cass por el Gobierno inglés. En Irlanda, un endocrinólogo y un psiquiatra presentaron documentos al Tribunal Superior de Irlanda solicitando una revisión judicial de la atención sanitaria pública para niños “trans”.

El mundo se está quitando la venda y la mordaza. La verdad recupera el lugar que le quitó la ideología. La sentencia del Reino Unido es parte de un efecto dominó que destroza el hechizo bajo el cual el lobby trans tenía dominado al mundo.

El segundo aspecto de la sentencia es que posee una base incompleta. La definición de mujer, hombre y sexo no se reduce solo a la biología, a la genitalidad o a la genética, como abunda la sentencia al hacer prevalecer el sexo “biológico” sobre el sexo “certificado”. El ser humano es unión de cuerpo y alma. No somos hombres o mujeres solo por tener ciertos órganos genitales o ciertos cromosomas. Eso es solo una parte de la verdad. La sexualidad influye decisivamente en la configuración del cuerpo, pero va más allá de lo material, e integra la propia identidad. Así, las diferencias entre hombres y mujeres se manifiestan en su desarrollo psicológico, tendencias, modos de razonar y sentir, comportamientos, gustos y actividades. La sentencia olvida esto último.

El tercer punto de la relevancia de la sentencia tiene que ver con su efecto en los niños y adolescentes. Si bien la sentencia no menciona en ninguna parte al Informe Cass, es imposible no advertir la relación entre ambos hitos. Mientras el Informe Cass advertía la pésima calidad de la evidencia científica sobre los supuestos beneficios de los tratamientos hormonales para menores identificados trans, la sentencia de Women Scotland sepulta que los hombres o mujeres trans participen de espacios o actividades restringidos según el sexo biológico. Es decir, entre ambos terminan por anular lo que promete el lobby trans a quienes transicionan. Ya no podrán defender que entren en los baños o camarines, participen en deportes, ingresen a celdas o agrupaciones del sexo opuesto. Esto ha sido un problema principalmente para las mujeres, por los problemas que generan los hombres que se autoperciben como mujeres al invadir su privacidad e intimidad, aunque, curiosamente, es contrario a la tendencia que el Informe Cass reveló, ya que la mayoría de los menores que quieren transitar al sexo opuesto son niñas.

Si Cass provocó un efecto legal y médico a nivel mundial, es probable que lo mismo ocurra en el ámbito judicial luego de Women Scotland. En Chile, mientras tanto, seguimos esperando. Las reacciones han sido penosamente indiferentes y a miles de niños les siguen lavando la cabeza diciéndoles diariamente que pueden transitar al sexo contrario, mientras les venden el camino de la hormonoterapia. Chile tiene que despertar. Miles de niños lo exigen.

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