Roberto Astaburuaga: “Refundacional vestido de seda, refundacional queda”

En la vorágine de inseguridad que vive Chile en estos días, el refundacionalismo de la Convención se pasea a gusto por los pasillos del Ex Congreso Nacional. Aunque el mari mari de la lamgen Loncón fue reemplazado por “En nombre de Dios y de la Patria” de Verónica Undurraga, la esencia de las ideas indigenistas, feministas y ecologistas no ha desaparecido. El fantasma de la Convención recorre la Comisión Experta.

Y no se ha advertido de este peligro. Como si volver a usar la corbata que Bassa ridiculizó bastara para alejar las sospechas y presunciones de mala fe. Hemos sido, hasta el momento, testigos de un proceso ordenado y prolijo. Esto es lo que precisamente debiera despertar las alertas. Leer dos veces lo que se ha aprobado. Cotejar con la propuesta rechazada de la Convención. 

¿Hay razones para desconfiar? Siempre, siempre, siempre las hay. Quienes hoy defienden el Estado Social y Democrático de Derecho defendían hace menos de ocho meses la fragmentación de Chile en autonomías territoriales indígenas, en un control estatal inédito en los medios de comunicación, en la provisión de los derechos sociales y en la destrucción moral de la cultura cristiana con el aborto libre, la hedonista educación sexual integral y la auditoria a las confesiones religiosas. Eso, y mucho más, defendieron. ¿Por qué no insistirían en ello? Porque es en lo que creen y no habrá argumento ni demostración alguna que los remueva. 

Siendo los principales interesados en sacarse de una vez por todas la Constitución de 1980, cometen los mismos errores que la Convención. Maquillados, disimulados, aparentes. A veces no tanto: las caretas se fueron cayendo con los discursos de los Plenos en que aprobaban en general los capítulos del nuevo borrador. ¿Entonces por qué se arriesgan? Porque ya no hay interés. No hay cámaras ni análisis profundos de las normas y los riesgos que entrañan. Su refundacionalismo se esconde en argumentos, citas y réplicas educadas y razonadas. La refundación no se advierte a primera vista, pero está ahí. 

Y las indicaciones lo confirmarán. Ya lo anunciaron. Derechos sexuales y reproductivos, escaños reservados para pueblos indígenas en el Congreso, perspectiva de género en la función jurisdiccional, derecho a la verdad, justicia y reparación, democracia paritaria. La misma agenda que vimos en la Convención. 

En su obsesión, no dieron su brazo a torcer sobre la esencia antropológica de la sociedad. Bajo una lógica totalmente regresiva, según el derecho internacional de los derechos humanos que tanto les gusta citar, ya han cuestionado los fundamentos de un orden justo.

Ellos, que dicen defender a los grupos históricamente vulnerados y que se escudan con que quieren cuidar el medioambiente para las generaciones futuras, le quitaron la protección constitucional al no nacido, el más desamparado de todos. Ellos, que dicen preocuparse por la seguridad, pero se oponen a que las FF.AA. y de Orden y Seguridad tengan un capítulo propio. Ellos, que hacen gárgaras con respetar los tratados internacionales de derechos humanos, le quitaron a los padres el deber y derecho preferente de educar a sus hijos para entregárselos a las “familias”, y vaya a saber uno qué entienden por familia. Ellos son los mismos de la Convención.

Y a los refundacionales, con o sin corbata, no se les regala ni una coma. 

>>Ver columna en el Líbero.

Roberto Astaburuaga: “Refundacional vestido de seda, refundacional queda”

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