No esperábamos nada bueno y aún así nos decepcionó. La Cuenta Pública fue un tributo al octubrismo ideológico, una interpretación sesgada de las cifras y un intento de tapar con un dedo el sol que alumbra la deficiente gestión en todas las materias. Enfocando solo lo primero, Boric eligió un par de voladeros de luces que le permitieran esconder las malas cifras de su gestión. Y lo hizo anunciando medidas contra los más débiles, inocentes e indefensos: quienes se encuentran al inicio y al final de su vida; y al mismo tiempo, invocaba la clásica defensa irrestricta de los derechos humanos. Tampoco esperábamos coherencia.
“Aborto legal” fue el más polémico de los anuncios legislativos y que provocó la salida de una docena de legisladores del Salón de Honor del Congreso. En redes sociales, varios se manifestaron contra el aborto libre, pero ¿es lo mismo? No lo sabemos. Lo que queda claro es que se trata de “avanzar” en las tres causales y de no “retroceder”, como si destrozar guaguas a edades gestacionales cada vez más avanzadas o por nuevas “razones” fuera un “avance”.
La DC reaccionó molesta por poner en peligro la alianza con el Gobierno, pero nada que una negociación no pueda arreglar. En la oposición, las razones variaron desde la contradicción con la crisis de natalidad, la desconexión con las urgencias de la ciudadanía o la necesidad de hablarle a su “tribu” del 30%. Y todas esas razones son correctas. Pero la esencial sigue siendo siempre la misma: es inmoral toda acción que directa e intencionadamente acaba con la vida de un ser humano inocente e indefenso.
Unido a lo anterior, el anuncio para impedir que la objeción de conciencia obstaculice la realización de abortos. Si no tienen los votos para una ley de aborto, es probable que la negociación sea restringir la posibilidad de ser objetor, como lo preveíamos a principio de año. Desde la sentencia del Tribunal Constitucional en 2017, las feministas siempre lo han denunciado como la letra chica que impide que la ley realmente sea aplicable. El ataque del Gobierno es contra aquellos que se mantienen firmes en su coherencia de vida y se niegan a doblegarse ante una ley injusta. Las propuestas pueden ir desde agregar más exigencias, listas “negras” de objetores, hasta amenazar con sanciones cada vez más severas. Es, en toda su extensión, un totalitarismo ideológico.
Con el anuncio de la eutanasia pasa lo mismo. Escudándose bajo un testimonio doloroso, se le pone acelerador a un proyecto de ley de “muerte digna”. Absolutamente incoherente con el discurso de la inclusión de los mayores de edad en la vida social. Todos sabemos, y la experiencia legislativa en el extranjero lo demuestra, que las causales se van ampliando con el tiempo -basta ver Canadá- y los indeseados -mayoría de edad, enfermedades mentales, etc.- son eliminados.
Otro tema fueron los niños. Pero si con una medida pretende resolver un problema, con otra lo crea. El Presidente enfatizó la necesidad de mejorar la institucionalidad del ex Sename, el actual Servicio Mejor Niñez, pero no se pronunció sobre la ejecución del Programa de acompañamiento de identidad de género (PAIG), que ofrece servicios transafirmativos a menores de edad, entre 3 a 17 años, incluyendo transición social, hormonal y quirúrgica. Lo anterior es extremadamente preocupante, pues es un enfoque que carece de evidencia científica sólida y contrario a la tendencia internacional europea que ha prohibido los bloqueadores de pubertad.
El legado del Presidente Boric, el mismo que se saca fotos con los niños, es dejar a más de 25.000 niños encadenados al PAIG y dependientes de los tratamientos transafirmativos, hormonizantes y mutiladores, dejándolos en las mismas condiciones que las relatadas en los horribles testimonios de 7 niños trans del reportaje de Radio Bío-Bío: tratamientos irreversibles, medicamentos sin aprobación del Instituto de Salud Pública, padres denunciados por oponerse, ausencia de consentimiento informado, etc.
Más abortos, más niños trans y comenzar con la eutanasia. Más ideología y menos razón. Más distractores y menos responsabilidad. Sigan haciendo historia, cabres. Historia de cómo hacerlo todo mal.