Les dejamos a continuación esta carta escrita por el miembro de nuestro directorio Juan Ignacio Brito publicada el 31 de diciembre en El Mercurio.
Señor Director:
El día de ayer el Gobierno anunció una serie de medidas que permitirían a los residentes de comunas en Fase 2 salir de vacaciones. No quiero entrar a criticar dicha iniciativa: el turismo es fuente de trabajo para miles de personas, y es necesario que tras un año difícil las personas puedan tomarse un tiempo para descansar.
Así, playas, restaurantes y otros sitios turísticos abrirán. ¿El aforo? Dependerá de la capacidad de cada uno de dichos lugares. Sin embargo, las iglesias de comunas en Transición, sólo podrán recibir un máximo de 10 personas en su interior- y esto sólo de lunes a viernes-. Dicha medida ni siquiera fue modificada para que los fieles pudiesen asistir a Misa el día de Navidad.
¿Acaso es necesario que una actividad tenga impacto directo en la economía para que así se establezca un permiso especial para realizarla? Tristemente hemos caído en un materialismo extremo, donde casi no se ha hablado del grave daño que se le hace a la sociedad cuando se la separa de su dimensión trascendente- esa que, por cierto, la hace más propiamente humana-. La celebración pública de la fe es una actividad esencial, no una meramente recreativa o social.