Roberto Astaburuaga: “Los doctores Mengele de nuestro tiempo”
El miércoles pasado, los diputados de la Comisión de Familia de la Cámara pudieron escuchar la presentación de la Subsecretaria de Salud y sus respuestas a las dudas sobre los programas estatales transafirmativos para menores de edad. Sus respuestas fueron consideradas insuficientes y motivó la presentación de una Comisión Investigadora. Sin embargo, lo más grave es la versión absolutamente tergiversada que se hizo del Informe Cass.
El Informe Cass encargó seis revisiones sistemáticas sobre los efectos de los bloqueadores de pubertad y la hormonación cruzada, entre otros. La subsecretaria señaló que en la primera revisión se incluyó cuatro estudios de alta calidad y citó las conclusiones sobre los positivos efectos que tendrían tales bloqueadores en la salud mental de los niños. ¿Qué no dijo? Que la revisión incluyó también otros 24 estudios que fueron calificados de baja calidad y otros 25 de mediana calidad. Por otro lado, los estudios de alta calidad no eran cuatro, era sólo uno. Y las conclusiones de dicha revisión son bastante claras: «No existen estudios de alta calidad que evalúen la supresión de la pubertad en adolescentes con disforia/incongruencia de género. No se pueden extraer conclusiones sobre el impacto en la disforia de género, la salud mental y psicosocial o el desarrollo cognitivo. La salud ósea y la altura pueden verse comprometidas durante el tratamiento».
En el caso de la revisión sobre la hormonación cruzada ocurrió algo similar. Solo citó un estudio de alta calidad y sus conclusiones, pero omitió señalar que, de la revisión de los 53 estudios sobre ese tema, 33 eran de mediana calidad y 19 de baja calidad. Y, obviamente, las conclusiones también eran distintas.
Posteriormente, señaló que al menos 10 sociedades científicas internacionales y extranjeras seguían manteniendo la terapia hormonal, a pesar de las advertencias del Informe Cass, pero omitió el listado de asociaciones científicas que han manifestado su apoyo a dicho Informe, como la Sociedad Europea de Psiquiatría Infantil y Adolescente, el Colegio de Psiquiatras del Reino Unido y el Colegio Americano de Pediatras.
Ante tal incoherencia, la reacción del diputado Kaiser, denunciando la manipulación de la información, es totalmente justa y atendible; y justifica la creación de una Comisión Investigadora.
Porque… ¿se puede confiar en una autoridad sanitaria que presenta datos de forma descontextualizada y parcial, omitiendo elementos importantísimos, y así obtener conclusiones que se ajustan a su postura? Al Minsal no le interesa preguntarse si objetivamente existe un problema con financiar un programa social destinado a menores de edad que carece de evidencia científica sólida. Les importa dar la pelea cultural, a costa de los niños. Son incapaces de entregar útiles escolares, de entregar respuestas por los casi 300 niños desaparecidos en el nuevo sistema de la niñez y ¿van a ser capaces de entregar un programa social a miles de niños que cumpla con los requisitos mínimo, como estar basado en evidencia científica sólida?
Aunque la subsecretaria insistió con que el PAIG no incluye terapia hormonada y la indicación de hormonoterapia para adolescentes en Chile no está normada, reconoció que en “en algunos casos particulares” los equipos especializados “han seguido lineamientos internacionales para la indicación de esta terapia en el contexto del libre ejercicio de la práctica médica”. ¿Cuántos caos particulares? ¿Son la excepción, como dice, o la regla general? ¿El ejercicio de la práctica médica no tiene límites y autoriza a realizar experimentos hormonales en niños y jóvenes?
Este es un Gobierno que ha hecho gárgaras con el interés superior del niño y su autonomía progresiva, con el fin al lucro y en contra del neoliberalismo, con la transparencia y la batalla por erradicar la “desinformación”. Su superioridad moral hace agua por todos lados, porque no han tenido ningún escrúpulo en autorizar tratamientos experimentales en niños y jóvenes, financiando la industria farmacéutica, con tal de defender su absurda y mortal ideología.
Son los doctores Mengele de nuestro tiempo.
Agenda legislativa: 1 al 5 de julio
Roberto Astaburuaga: “La discusión sobre el enfoque afirmativo”
El viernes recién pasado, la subsecretaria de Salud señaló en una entrevista que “la importancia de la terapia de género afirmativa son políticas de Estado, no están en discusión”, ya que “la evidencia muestra efectos positivos de la terapia de género afirmativa, incluida la terapia hormonal, en la salud mental de jóvenes trans”. Así, el principal desafío “es ofrecer lineamientos técnicos claros sobre el uso de la hormonoterapia en la niñez y adolescencia trans”. La convocatoria del Minsal a expertos y organizaciones de la sociedad civil para que revisen la evidencia científica y formulen lineamientos técnicos sobre el uso de la terapia hormonal, respondería a dicho desafío.
Como dicen por ahí, vamos viendo.
¿Las terapias de género afirmativas no están en discusión? La verdad es que sí. En Chile y en el extranjero. En nuestro país porque lo que ha provocado la discusión actual son los testimonios de padres valientes cuyo sentido común les alertaba de la irracionalidad de un tratamiento que considera absolutamente correcto lo que diga un niño y peligroso lo que crea su padre, aun cuando corra el riesgo de ser judicializado. En el extranjero, porque el Informe Cass es la evidencia más sólida, pero no la primera, según el cual no existe a la fecha ninguna evidencia favorable a los tratamientos transafirmativos en menores de edad (ni a la transición social, ni a los bloqueadores de pubertad, ni a las cirugías). Si no fuese así, la subsecretaria debería explicar los retrocesos y restricciones que países pioneros en aplicar este enfoque han ejecutado en los últimos años (Inglaterra desde el 2020, Finlandia en 2020, Noruega en 2023, Suecia en 2022) o las felicitaciones de la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la violencia contra las mujeres por el Informe Cass, señalando sus hallazgos y recomendaciones son fundamentales y “ha mostrado muy claramente las consecuencias devastadoras que las políticas sobre tratamientos de género han tenido sobre los derechos humanos de los niños”.
Además, eso de que haya temas sobre los cuales no se pueda discutir y que son políticas de Estado fijadas en piedra, está en las antípodas de la democracia con la que hacen gárgaras… La ministra Orellana debe estar indignadísima: “No vetamos ninguna discusión”… ¿o sólo las que no les conviene?
¿La evidencia muestra efectos positivos de la terapia de género afirmativa, incluida la terapia hormonal? Afortunadamente, el Informe Cass se encarga de hacer trizas esta afirmación. Dicha investigación revisó 50 estudios sobre los bloqueadores de pubertad y concluyó que 24 eran de calidad baja, 25 de calidad moderada y 1, sólo 1, era de alta calidad. También revisó 53 estudios sobre hormonas masculizantes / feminizantes, y la cosa no mejoró: 19 de calidad baja, 33 de calidad moderada y nuevamente sólo 1 de calidad alta.
Esperemos que los estudios citados en los documentos del Minsal y sus programas sociales tengan una mejor calidad. Sería impensable que un Gobierno progresista implemente políticas públicas de salud destinadas a los más pequeños y vulnerables sin un respaldo científico sólido y en línea con los países desarrollados y progresistas que les gusta citar. Los efectos positivos de estos “tratamientos” no lo reciben los niños, sino los bolsillos de activistas, farmacéuticas, académicos y, por supuesto, burócratas.
¿El Minsal convocó a expertos y organizaciones de la sociedad civil para revisar la evidencia científica y formular lineamientos técnicos para la terapia hormonal? Se esperaría que la seriedad, rigor e imparcialidad de nuestras sociedades científicas y organizaciones sin fines de lucro podría dar luz sobre estas materias y seguir el camino de los países desarrollados. Pero la realidad es otra. De las cinco sociedades médicas, tres ya sacaron una declaración apoyando el enfoque afirmativo y de las 10 integrantes nombradas dichas asociaciones, seis están explícitamente a favor de hormonar niños. Como si fuera poco, las organizaciones sociales invitadas son las mismas que han defendido y promovido el enfoque afirmativo hace años. Cierto comediante de traje blanco me quita las palabras de la boca.
Mejor ahorrémonos esta farsa de prohibir discusiones, de designar a dedo a los aliados que ya escribieron las conclusiones, de gastar recursos y tiempo en fingir neutralidad. Ya se acabó junio, y los menores de edad sometidos a estos tratamientos que conllevan riesgos médicos tales como infertilidad y esterilidad, problemas de salud ósea, problemas cardiovasculares, alteraciones cerebrales, cáncer, entre otros, necesitan recibir una atención de salud que los beneficie, no que los dañe.
Roberto Astaburuaga: “¿Por qué el Minsal quiere seguir hormonando niños?”
Ante el aumento de voces y testimonios que reclaman por la hormonación estatal a menores de edad, el Minsal ha respondido de la peor manera posible: seguimos. Ese amén propio del progresismo identitario revela que no están dispuestos a reconocer la evidencia científica. El Gobierno, habiendo perdido las batallas por la seguridad y la economía, ha decidido dar la pelea por la transformación cultural de la sociedad chilena, defendiendo a “las niñeces trans”, hormonando niños y demandando a los padres que se opongan. Así, en complicidad con algunas sociedades médicas y fundaciones pro trans ha comenzado la defensa y contraataque.
El Minsal, mediante la Circular Nº7, del 14 de junio, señalo que el PAIG (Programa de Acompañamiento a la Identidad de Género) “no incluye tratamiento hormonal”. Pero lo cierto es que una de las prestaciones de dicho programa es el “acompañamiento en toma de decisiones difíciles”, como los “tratamientos de afirmación corporal”, según la Orientación Técnica para la implementación del PAIG: “si una persona solicita asesoramiento sobre tratamiento hormonal”, se le debe “entregar orientación y atención de acuerdo con la capacidad de resolución de la red de salud”. En la misma circular señala que “sugiere diferir el inicio de nuevos tratamientos con bloqueadores” y “terapia hormonal”… Es una sugerencia, no una orden… ¿y si un Hospital rechaza la sugerencia? ¿Se hará responsable la subsecretaria por no ser tajante en prohibir y detener los tratamientos hormonales?
Además, la respuesta es pésima porque, en el fondo, lo que importa es saber si la hormonación se realiza en la red pública de salud. De hecho, en la misma circular el Minsal señala que lleva un año y medio “analizando la evidencia internacional sobre terapia hormonal género afirmativa” para menores de edad “preparando los lineamientos técnicos correspondientes”. Además, en enero de este año, el Minsal realizó una capacitación virtual a través de tres videos del canal de YouTube de Salud Digital, en los que se explica la derivación de menores ingresados en el PAIG a la Terapia Hormonal Género Afirmativa… los que fueron borrados la semana pasada.
¿Quién elaborará esos lineamientos técnicos? Las mismas sociedades médicas que apoyan el enfoque afirmativo, como lo demuestra la declaración del 18 de junio, firmada por las sociedades chilenas de Pediatría, Ginecología Infantil y de la Adolescencia, y de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y Adolescencia. Las conclusiones de los lineamientos ya están escritas en esa declaración: “La manera en que cada NNA trans realiza su transición es única y depende, entre otros factores, de su edad, desarrollo físico y estado emocional, por lo que las prestaciones de salud que se entreguen deben ser adecuadas a cada realidad en particular, garantizando siempre el bien superior del NNA.”. Ah, ¿pero quién determina cuál es ese bien superior? ¿los padres? No, salvo si lo meten al PAIG y lo hormonan, porque si se oponen pueden ser denunciados… y cada vez aparecen nuevos casos de padres “judicializados” que pierden la tuición. Entonces, ¿los doctores? Sólo si apoyan el enfoque afirmativo, pues quienes realizan psicoterapia o enfoques distintos, como la espera vigilante, sufren el riesgo de ser acusados de ocupar “terapias de conversión”. No es posible esperar objetividad de esos lineamientos y mucho menos si algunas de esas sociedades imparten cursos pagados sobre el enfoque transafirmativo.
El último integrante del triunvirato son las fundaciones que apoyan la hormonización de niños, quizás con muchos integrantes actuando de buena fe, pero que en algún momento la evidencia científica será un balde de agua fría. En Holanda, país pionero en los tratamientos transafirmativos, han comenzado a aparecer demandas por la negligencia y rapidez con las que se empezó a hormonar a los niños, por lo que no debería sorprendernos que en el próximo tiempo esto se comience a replicar, especialmente cuando existen dudas sobre el cumplimiento de los requisitos normativos para realizar este tipo de acompañamientos, y que en los tribunales de familia han hecho la vista gorda. Sus cartas han apuntado a la descalificación y el lobby que han hecho a las autoridades sanitarias para no detener la hormonación se refleja en la reunión que tuvieron con el Minsal y una orden de la circular Nº7 ya mencionada: “Adicionalmente, se instruye a los equipos tratantes reforzar el acompañamiento psicosocial en personas que se encuentren a la espera del inicio de tratamiento hormonal”… no vaya ser que algunos padres empiecen a despertar y oponerse a que su hijo siga un camino de dolorosos efectos irreversibles y luchar contra los “rescates” de los activistas.
La intención de asegurar que no existan desistimientos refleja el grado de desesperación por mantener, cueste lo que cueste, el encanto del hechizo trans. Y el Minsal sigue agitando la varita.
Agenda legislativa: 17 al 21 de junio
Roberto Astaburuaga: “La responsabilidad de las universidades y sociedades médicas con los niños trans”
El Premio Nacional de Periodismo de este año ya tiene nombre: Sabyne Drysdale, autora del reportaje sobre la horrorosa realidad de los niños trans en Chile, publicado en el portal digital de la radio Bio Bío. Las aristas que se han abierto son numerosas y es necesario exigir responsabilidades. Una de ellas es a las universidades y sociedades médicas.
El reportaje menciona a tres universidades. La UC, cuyo equipo de atención de la Red UC Christus es referente nacional; la UDP, cuyo “proyecto T” incluye “un servicio gratuito de psicoterapia trans afirmativa con “enfoque de derechos humanos” para niños en edad escolar con quienes practican terapia sicológica los estudiantes de esa carrera”, “sesiones de entrenamiento vocal con fonoaudiólogos” y un convenio con el Liceo Carmela Carvajal; y la Universidad de Chile, cuyo Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente (Cemera) lleva “catorce años atendiendo adolescentes trans con el enfoque afirmativo”.
La frivolidad de la UC quedó claramente manifestada en su comunicado y en el silencio de la FEUC y de otras facultades. La UDP no se hizo cargo en su carta a El Mercurio de tener a estudiantes de Psicología haciendo su práctica con niños con disforia de género, ocupando el enfoque afirmativo que Cass, y otros países anteriormente, han abandonado. La U. de Chile no se dio por aludida.
¿Qué ocurre en otras universidades? ¿La Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso seguirá participando en las Jornadas de Difusión del famoso PAIG (“Crece con Orgullo”) en el marco del trabajo colaborativo con el Servicio de Salud Aconcagua? ¿Las acciones que ha llevado a cabo el Centro de Estudios sobre Derechos de la Infancia y de la Adolescencia (Cedia) de la Universidad de Talca, como el curso “Niñez y adolescencia trans: mirada integral a una realidad urgente” de 2022, han tenido en cuenta las advertencias internacionales de los países pioneros? ¿La directora del Departamento de Ciencias Clínicas de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica del Maule y la Directora de Equidad de Género y Diversidad de la misma universidad seguirán vinculadas de forma complaciente con el Hospital Regional de Talca, cuyo PAIG apoyaron en crear y promover? ¿Cuántas universidades han realizado capacitaciones, convenios, diplomados, centros y un largo de etcétera en esta línea? ¿El Consejo de Rectores tiene algo que decir? ¿Cuántas generaciones de psicólogos, doctores y profesionales de la salud se han “formado” bajo este enfoque? ¿Cuántos Fondecyt y becas se han adjudicado para investigar y formarse en el enfoque transafirmativo a menores de edad con disforia de género
En el mundo de las sociedades médicas el asunto no pinta mejor. El martes de la semana pasada la Sociedad Chilena de Pediatría publicaba en X la promoción del curso online “LGBTIQA+. Comprendiendo la diversidad y su inclusión”, con 19 clases entre junio y agosto de este año, dirigido a “médicos generales, pediatras, médicos becados y otros profesionales de la salud interesados en actualizar sus conocimientos sobre diversidad sexual en la adolescencia”, cuyo objetivo es “Adquirir conocimientos teóricos y herramientas básicas para el ejercicio profesional en el trabajo con infancias y adolescencias LGBTIQA+ desde una perspectiva afirmativa, de género y derechos humanos”. ¿Auspiciadores? Laboratorios Saval… La filial Urología Funcional, Femenina y Reconstructiva de la Sociedad Chilena de Urología realizó en abril de este año, sin distinguir respecto a la edad, un taller de técnicas quirúrgicas para creación de vaginoplastía en mujeres trans.
La Sociedad Chilena de Endocrinología y Diabetes publicó un comunicado el 13 de junio reconociendo que “los tratamientos hormonales de supresión de pubertad y tratamiento hormonal de reafirmación de género, han sido realizados hasta la fecha, siguiendo guías clínicas y recomendaciones de sociedades científicas internacionales vigentes, así como de acuerdo a normas y directrices del MINSAL”, las que sólo promueven el enfoque afirmativo, y concuerdan que los “tratamientos hormonales no son de primera línea y que no todos los adolescentes requieren estas terapias farmacólógicas”, así como la necesidad de contar con “evidencia científica de mejor calidad, respecto de los efectos de los tratamientos hormonales”, así como contar con “más estudios que aclaren los beneficios y efectos adversos a largo plazo”. Los tratamientos hormonales no son de primera, segunda ni tercera línea. Palabras muy bonitas y que suenan prudentes, pero, al igual que la Defensoría de la Niñez, buscan culpar a otros… ¿realmente ninguno de sus integrantes participó en la elaboración de la normativa sanitaria a la que aluden?
Lo cierto es que la transición hormonal para menores de 18 años es una realidad, desde hace muchos tiempo, en la red pública de salud y en los establecimientos privados, sea por derivaciones del PAIG, por la oferta del Programa de Salud Trans, iniciativa de este Gobierno, o por la atención autónoma de los hospitales públicos como ha sido costumbre. Y en este entramado, las universidades y sociedades médicas han participado y se han beneficiado. Probablemente, las farmacéuticas también, ¿o no?
Agenda legislativa: 10 al 14 de junio
Roberto Astaburuaga: “Niños trans: la vergüenza de la UC, la Defensoría de la Niñez y el Gobierno”
El excelente reportaje de Sabine Drysdale en el portal digital de la radio Bio Bío debe estar por alcanzar las 100.000 visitas. Sus entrevistas a siete testimonios dolorosos sobre padres de niños con disforia de género que recibieron bloqueadores de pubertad, el de un valiente ex activista trans, que publicó su experiencia en una nota aparte, y las entrevistas a 4 profesionales de establecimientos privados de salud, ha sido elogiado, comentado y difundido, pues la brutalidad de las historias refleja el daño que se provoca a los menores de edad cuando la ideología se apodera de la ciencia y la medicina se ejerce sin evidencia científica sólida. Las reacciones de las instituciones responsables de la realización de estos tratamientos, de su fiscalización y de la protección de los niños han sido una vergüenza y una decepción.
Si el barco de la medicina trans se comienza a hundir por el mortal torpedo que ha significado el Informe Cass, es previsible que los activistas y defensores del modelo transafirmativo comiencen a huir. La Defensoría de la Niñez es el primero. Es aún más grave que sean los primeros en evadir responsabilidades, porque su rol es proteger a los menores de edad que estaban siendo hormonados y no promocionar una atención de salud que tiene mucho de ideología y poco de razón. Y la evidencia sobre el activismo trans, tanto bajo Anuar Quesille como Patricia Muñoz, es abundante. Con su comunicado sólo intenta responsabilizar al Minsal y es notable la ausencia de anuncios dirigidos a fiscalizar las denuncias y casos incluidos en el reportaje.
El Minsal también ha intentado tapar un escándalo que al Gobierno le puede costar una nueva crisis que añadir. El Programa de Salud Trans, al que se puede ingresar desde los 10 años, garantiza como prestación la administración de hormonas a menores de edad y fue aprobado por esta administración. Pero estábamos avisados. Basta leer el programa de gobierno de Gabriel Boric. “(…) Incorporaremos una canasta de prestaciones trans-no binaries como garantía explícita en salud (…) que contemple la atención de especialistas, cirugías, fármacos y atención psicológica” (p. 48), para “Garantizar prestaciones de salud especializadas enfocándonos en (…) personas LGTBIQ+, personas mayores y adolescentes” (p. 124).
Nos habían anunciado que iban a desestabilizar al país con sus transformaciones, pero ¿desestabilizar a los niños con hormonas sin respaldo científico? ¿Estos son los adalides del progreso? ¿Los mismos que se han llenado la boca con el discurso de proteger a los niños y el sambenito de la autonomía progresiva? ¿Son conscientes de que la suspensión temporal de los bloqueadores de pubertad en la red pública de salud generará un desplazamiento masivo al sistema privado de todos los menores ingresados en el PAIG y quieren pasar a la terapia hormonal? ¿Dicen que están en contra del lucro y han financiado a las organizaciones protrans para que hagan capacitaciones hasta en los paraderos con el enfoque afirmativo? ¿Seguimos? ¿Seguimos hormonando niños, alimentando la industria farmacéutica y promoviendo atención de salud no basada en evidencia?
En el caso de la Universidad Católica, la expertise y experiencia de sus equipos de la Red de Salud UC Christus, su ideario católico y la fidelidad a la Doctrina Social de la Iglesia -que, en esta materia, termina, y no comienza, con Dignitas Infinita-, y su brevísimo comunicado en el que informan la detención de bloqueadores de pubertad a pacientes nuevos, agravan triplemente la falta. Los doctores entrevistados en el reportaje son “expertos y referentes a nivel nacional en tratamientos de bloqueo de pubertad y hormonas cruzadas en pacientes pediátricos transgénero” que han atendido a 200 niños en 10 años.
Es grave e incomprensible que, a pesar de su prestigio nacional, consideren que el Informe Cass sólo “pone una nota de cautela respecto del tratamiento hormonal” a menores de 18 años, cuando el Informe explícitamente señala que no hay evidencia de que los bloqueadores de pubertad “compren tiempo para pensar”, ni se demuestran cambios en la satisfacción corporal o el bienestar psicológico. La reciente medida de Inglaterra de prohibir el uso de bloqueadores de pubertad en la salud pública y privada revela que no es una nota de cautela, sino una acción responsable e inmediata para proteger a los niños.
El ideario de la UC se ve mancillado cuando sostienen que Dignitas Infinita “llama también a la prudencia en estas atenciones de salud”, cuando dicha declaración es tajante en respetar el cuerpo y que las operaciones de cambio de sexo, como las mastectomías que realiza(ba) la UC, atentan contra la dignidad personal: “Sobre la necesidad de respetar el orden natural de la persona humana, el Papa Francisco enseña que «lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada».[109] De ahí que toda operación de cambio de sexo, por regla general, corra el riesgo de atentar contra la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción.”.
Lo que genera ira e incredulidad es que, si no fuera por el milagroso reportaje, ni la UC hubiese detenido los tratamientos, ni la Defensoría se habría lavado las manos ni el Minsal intentaría apagar el incendio con bencina. Porque lo que hay detrás de los comunicados de dichas instituciones, es el reconocimiento de haber detenido algo que sabían que estaba ocurriendo y que no estaba bien.
La Defensoría de la Niñez, los partidos políticos, Cenabast, el INDH, el Minsal, los establecimientos privados de salud, los tribunales de familia, el ISP, las universidades, el Mineduc, el Ministerio de Desarrollo Social, la Subsecretaría de la Niñez y tantos más… ¿dónde estaban? ¿Se hacen responsables de su acción directa y su silencio cómplice?
Javier Mena participa en reportaje de BioBio Chile sobre tratamientos hormonales para niños trans en chile
En el reportaje “Pubertad interrumpida: niños trans inician tratamiento hormonal en medio de controversias” de BioBioChile, Javier Mena, abogado de nuestra área judicial, relata su experiencia como patrocinante de una familia que debió enfrentar un juicio por oponerse a la transición social de su hija, quien fue calificada como “transgénero” por un Cesfam.
A continuación, compartimos la participación de Javier Mena:
Una notificación del juzgado
“Usted tiene que asumir que su hija se murió y que le ha nacido un hijo”.
La frase, dicha por la psicóloga del Cesfam, le heló los huesos a una feriante de una comuna modesta del sur de Santiago. “¡Esto no puede ser! ¡Estamos hablando de una niña de 12 años!”, replicó la mujer desesperada. “¿No será más fácil ayudar a que la niña se conozca y más adelante ver esto?”
Pero sus palabras rebotaron en la terapeuta, que además la derivó a una ONG donde podría conseguir las hormonas.
Había llegado hasta el Cesfam por recomendación del colegio. Unos días antes la directora los había llamado porque su hija estaba con síntomas depresivos y ansiosos porque estaba sufriendo bullying. Sin embargo, la conversación tomó un giro insospechado. Les dijeron que su hija era transgénero.
“Fue una camionada de agua fría”, dice el padre. “Ella jamás había dado alguna señal en ese sentido”, agrega la madre. De regreso en la casa, cuando le preguntaron, dijo: “No me siento ni hombre ni mujer, soy sólo un ser”.
Indagaron más y se enteraron de que en su grupo de amigas, que eran seis, todas usaban nombres masculinos, y que a su hija la habían bautizado como Bayron. Una de ellas incluso estaba en tránsito con bloqueadores de pubertad. Impactado, el padre increpó a la directora. “Nos dijo que estaban obligados a aceptarlo porque son las normas del ministerio de Educación. ¿¡En un colegio del opus dei!? O yo estoy loco o el mundo está girando al revés”, dice.
La llevaron a terapia al Cesfam porque pensaron que le iban a aliviar la depresión y el tema del género se disiparía como otra inseguridad más de la adolescencia. Sin embargo, tras las sesiones Rita llegaba irritable, directo a encerrarse en su pieza.
“Eso me empezó a causar ruido y pedimos una hora para hablar con la sicóloga. Yo, por motivos médicos, no puede ir y fue mi esposo: eso dio pie para que nos demandaran”, cuenta la madre.
El padre relata con su voz gruesa, de volumen alto y hablar golpeado cómo fue esa sesión: “Buenos días, quería saber cómo estás llevando el tema, porque por lo que la Rita me cuenta, tú estás asumiendo que tengo que tratarla como hombre. ‘Acá lo tratamos como el niño se defina’, me dijo. Para mí esto no es normal. Yo soy un hombre de 55 años y hay dos géneros, hombre y mujer, lo demás son inventos. Nació mujer, creció mujer y va a ser mujer hasta el día en que me muera. Para mí es Rita. Mi casa, mis reglas”.
Al mes les llegó una notificación del juzgado de Familia por vulneración de derechos al oponerse a su cambio de identidad de género. En la denuncia la psicóloga del Cesfam agregó: “Se hace necesario que el papá sea sometido a una evaluación de descontrol de impulsos y emociones y a una evaluación de fortalecimiento de habilidades parentales”.
“Lo que la psicóloga en el fondo le dice es: ‘El que está mal es usted’”, dice el abogado Javier Mena de la fundación Comunidad y justicia, que tomó el caso pro bono. “Y además generan la presunción de que es un padre violento, algo que fue desestimado por el tribunal”, indica.
En el juicio el Cesfam pidió que la niña entrara a un programa de apoyo para la identidad de género (Paig). Los abogados plantearon un camino alternativo. Presentaron el caso como el de un cuadro de salud mental delicado que debía debe ser tratado por profesionales idóneos y, después de mostrar informes que cuestionan los tratamientos trans afirmativos, como el que sugería el Cesfam, ofrecieron un plan terapéutico personalizado y de largo plazo con una sicóloga particular de la Fundación Raíz Humana.
El tribunal aceptó y están en la fase de cumplimiento.
“El estado actual de la niña es de mejoría. Fuera celular y redes sociales y la niña es otra persona. Ya no quiere transitar y está feliz. Se salvó”, dice Mena.
La madre cuenta que la cambiaron a un colegio mixto donde hizo nuevos amigos. “Le hablas del tema de identidad y ni se acuerda. Anda con pinches y se compró un brillo labial”, cuenta.
Pero ya no la pueden llevar más a atenderse al Cesfam, o a un hospital público. En su ficha médica quedó registrada como Bayron.