Roberto Astaburuaga: “El peligro de los tratamientos trans de la salud pública en los niños: sin evidencia científica”
La semana pasada el Gobierno publicó en la cuenta de X del Ministerio de Salud una invitación a participar en el proceso de consulta pública del documento “Política Nacional de Salud para Personas Trans y de Género Diverso”. En resumen, se trata de una propuesta sobre un enfoque integral que incluya las acciones afirmativas de género en salud pública para las personas trans.
El enfoque es afirmativo, es decir, la atención sanitaria comienza asumiendo que la mejor (y única) opción para el paciente es afirmar su identidad de género, en lugar de indagar el origen del malestar en otras causas. Acciones afirmativas que se realizan en Chile incluyen el uso de nombre social y/o modificación legal de sexo registral, uso de hormonas, cirugías estéticas de cuello o cara, cirugías de mamas, cirugías de genitales o reproductivas, modelación estética corporal y otras formas. En este sentido, se destaca que, en relación al uso de hormonas, los estudios han relevado que cerca del 70% mantiene su administración después de cuatro años, siendo más para aquellos que buscan la feminización (81% versus un 64,4% para masculinización) y para los que inician antes de los 18 años (74,4% versus a 64,4% en edades superiores a la mayoría de edad). En el caso de las cirugías, existe una baja tasa de arrepentimiento y alta satisfacción, relacionado con la aceptación social de la nueva identidad de género”.
Dejando de lado las preocupantes cifras, el Ministerio de Salud justifica la necesidad de avanzar en prestaciones específicas en razón de «la evidencia disponible sobre los efectos positivos que estas generan en la vida de las personas que las solicitan. Por ejemplo, cerca de un 80% de quienes pasaron por procesos de hormonación y cirugías afirmativas logra insertarse a la vida laboral y mejoran su calidad de vida, y un 72% mejora también su bienestar sexual. Asimismo, intervenciones psicosociales muestran resultados positivos en la disminución del aislamiento, aumento del conocimiento y mejora en el apoyo social para personas trans y sus grupos familiares«.
¿Cuál es el problema de todo esto? Al menos, identificamos tres.
El primero es que se trata de un documento no vinculante, pero que tiene efectos esenciales en la vida de las personas, especialmente en los casos de los niños y de sus padres. Como se plantea desde un punto de vista transafirmativo, no se nombra el derecho de los padres de decidir en estas materias.
El segundo es que la supuesta evidencia científica en la que funda la necesidad de avanzar en prestaciones está altamente cuestionada luego de la publicación del Informe Cass, que reveló las autoridades médicas crearon una falsa legitimidad, ya que el consenso científico sobre el respaldo a la transición juvenil se creaba en un círculo cerrado de referencias cruzadas entre los mismos autores y documentos. Es decir, los tratamientos que el Ministerio de Salud pretende entregar no cuentan con respaldo científico mínimo y por tanto proponen actuar en base a una pseudo ciencia que diluye la ideología que la sustenta. ¿Quién paga? Los niños.
En tercer lugar, el documento del Gobierno, en un conveniente silencio, no hace mención a los cambios más recientes en Europa (Suecia, Finlandia, Dinamarca, Inglaterra, Francia), en donde las legislaciones de los países pioneros en tratamientos transafirmativos en menores de edad han comenzado a retroceder al comprobar las trágicas consecuencias y la baja calidad de la evidencia sobre la que se han elaborado las políticas públicas. Estas consecuencias negativas no se advierten en los documentos gubernamentales y, además, están desactualizados.
En Chile no existen cifras oficiales sobre la atención en salud a niños con disforia de género. De acuerdo a un artículo chileno de marzo de este año que cuestiona el modo de tratar estos casos, constataron que entre 2021 y 2022, en al menos 4 hospitales públicos habrían realizado cerca de 10 casos de “cirugías consideradas de reasignación de sexo a menores de edad”. No sabemos la cantidad total de niños que se han sometido a este tipo de mutilaciones, o el total de los que han aceptado la terapia de hormonas masculinizantes o feminizantes, o la cantidad de niños que se han arrepentido (detransicionado). No sabemos la cantidad de padres afectados por decisiones unilaterales e inapelables de burócratas, sean jueces asesorados por activistas o funcionarios de salud.
Lo que sucede es gravísimo y escandaloso… aunque a la “Defensoría” de la Niñez, sabiendo esto, no haya hecho nada. Mientras Chile empuja a los niños con disforia de género en tratamientos sin evidencia científica, Europa trata de revertir el desastre que han provocado. El Congreso debe formar una Comisión Investigadora que revise la situación en el sistema de salud y que se entreguen los antecedentes que justifican la experimentación hormonal y mutilación de los tratamientos transafirmativos en niños. Los partidos políticos que se comprometen con la familia, con los niños primeros en la fila o con el interés superior del niño no tienen excusa para no hacerse cargo de esta gravísima situación. No tenemos cifras sobre la magnitud de este desastre en nuestro país. El Gobierno debe abandonar su identitarismo ideológico propio de la Convención y que ha demostrado su fracaso en todas las áreas de sus transformaciones históricas, y revocar su Política Nacional de Salud Trans.
Roberto Astaburuaga: “Dignitas Infinita, Cass Review y los niños trans”
En las últimas semanas se dieron a conocer dos documentos que prometen ser un hito en su ámbito propio y, aún más, es insospechado los efectos que pueden llegar a tener. El primer documento, publicado el 2 de abril, es la Declaración Dignitatis infinita, del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, que aborda el concepto de dignidad humana, recordando los principios fundamentales de la doctrina cristiana y denunciando 13 situaciones concretas, graves y urgentes que atentan contra la misma. El segundo documento, publicado el 9 de abril, es el Informe Final y Recomendaciones de la Dra. Hillary Cass sobre los servicios de identidad de género para niños en el Sistema Nacional de Salud de Inglaterra, quizás el más completo que existe, sobre los daños y peligros a los que se ha les ha sometido y expuesto… y que también ocurren en Chile.
El punto en común de ambos documentos, además del similar tiempo de elaboración (5 años aprox.), es la preocupación por la forma en que se trata la identidad de género.
Dignitas infinita afirma que la dignidad humana «le corresponde a cada persona humana, más allá de toda circunstancia y en cualquier estado o situación en que se encuentre» (Nº1), lo que es «una verdad que responde a la naturaleza humana más allá de cualquier cambio cultural» (Nº6), y será este calificativo -“más allá de toda circunstancia”- el leitmotiv que estructura el documento. Sin embargo, Roma se preocupa de aclarar que la dignidad humana no se identifica con la pretensión de «imponer como “derechos” (…) ciertos deseos y preferencias que son subjetivas», ni «puede basarse en estándares meramente individuales ni identificarse únicamente con el bienestar psicofísico del individuo» (Nº 25).
En la segunda parte del documento, la Iglesia Católica denuncia la ideología de género como una violación concreta a la dignidad humana en nuestro tiempo, en el mismo grupo que la guerra, la pobreza o la trata de personas. Entre los números 55 a 60, se aborda la teoría de género y el cambio de sexo. Respecto a la teoría de género, Dignitas infinita la denuncia como una colonización ideológica «extremadamente peligrosa porque borra las diferencias en su pretensión de igualar a todos», cuya «consistencia científica se debate mucho en la comunidad de expertos» (Nº 56). En línea con lo anterior, el cambio de sexo implica que la dignidad del cuerpo sea considerada inferior a la dignidad de la persona como tal, pues «el cuerpo es el lugar vivo donde se despliega y manifiesta la interioridad del alma, incluso a través de la red de relaciones humanas (…) el cuerpo humano participa de la dignidad de la persona, ya que está dotado de significados personales, especialmente en su condición sexual» (Nº 60). En conclusión, la necesidad de respetar el orden natural de la persona implica recibir lo creado como un don y custodiar nuestra humanidad, lo que significa «ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada».
Cuya «consistencia científica se debate mucho en la comunidad de expertos» es, quizás, el puente con el Cass Review. Pero antes, algunos antecedentes. En 2011 Reino Unido inició el uso de “bloqueadores de pubertad” inspirándose en el protocolo holandés que significa un uso desde la pubertad temprana, por lo que de un uso restringido a la investigación pasaron a estar disponibles en la práctica clínica habitual. La Dra. Cass consideró, en una entrevista a The Guardian, que se trataba de un tratamiento con beneficios inciertos sin mayor investigación, lo que contribuyó al aumento de la demanda de este tratamiento, ejecutado principalmente por el Servicio de Desarrollo de Identidad de Género (GIDS) del Servicio Nacional de Salud (NHS) en el Centro Travistock. El GIDS utilizó un enfoque transafirmativo, es decir, la identidad autopercibida del niño es el punto de partida del tratamiento. Con esto, los casos aumentaron de 97 en 2009 a 2.590 en 2018, y, disparada la demanda, las medidas de resguardo fueron insuficientes para evitar la administración de bloqueadores de pubertad y hormonas a niños de 12 años o extirpación quirúrgica de senos de adolescentes. Las listas de espera duran años.
En 2020 se encargó a la Dra. Cass la elaboración de un informe en el que analizara los servicios de identidad de género para menores de 18 años, atendido el rápido aumento de niños y jóvenes que requieren apoyo del NHS. Así, la investigación se propuso comprender las razones del aumento, el cambio en la combinación de casos e identificar el enfoque clínico y modelo de servicio. En 2022 entregó un Informe Provisional que provocó ruido y permitió advertir la gravedad y profundidad de la situación, en especial, al poner de manifiesto las lagunas de información en la base de datos sobre todos los aspectos de la atención a los niños y jóvenes en materia de género “desde la epidemiología hasta la evaluación, diagnóstico, apoyo, asesoramiento y tratamiento”. La semana pasada entregó su Informe Final, que ha implicado un remezón de proporciones.
Entre los hallazgos claves destacan el miedo que tienen algunos doctores de trabajar en este tipo de casos y ser tratados como transfóbicos si es que optan por tratamientos que requieran una evaluación integral en lugar de pasar a tratamientos transafirmativos; del centenar de estudios revisados, las revisiones sistemáticas de evidencia demostraron su mala calidad técnica, lo que significa que no existe una base de evidencia confiable sobre la cual tomar decisiones clínicas, o para que los niños y sus familias tomen decisiones libres e informadas; la justificación de la supresión temprana de la pubertad sigue sin estar clara, y hay pruebas débiles sobre el impacto en la disforia de género y la salud mental o psicosocial, y se desconoce el efecto sobre el desarrollo cognitivo y psicosexual; el uso de hormonas masculinizantes/feminizantes en menores de 18 años también presenta muchas incógnitas, a pesar de su uso prolongado en la población adulta transgénero, y la falta de datos de seguimiento a largo plazo sobre aquellos que comenzaron el tratamiento a una edad más temprana significa que no se dispone información adecuada sobre la variedad de resultados para este grupo.
Así, dentro de las principales recomendaciones, está la inclusión de pruebas de detección de afecciones del desarrollo neurológico, incluido el trastorno del espectro autista, y una evaluación de la salud mental y el uso de enfoques de tratamiento psicológico y psicofarmacológico estándares basados en evidencia para apoyar el manejo de la angustia asociada a la incongruencia de género y las condiciones concurrentes, incluido el apoyo a los padres/cuidadores y hermanos.
El Informe es un balde de agua fría a la pesudo-ciencia que respaldaba la efectividad de los tratamientos de identidad de género. El costo ha sido muy alto. Y el camino para revertir y reparar será largo.
Dignitas infinita contribuye a explicitar que el problema de la identidad de género guarda relación con la comprensión del trato digno que se le debe dar al cuerpo y que no se fundamenta en cambios culturales o derechos individualistas. Aun cuando se considere que la afirmación de la identidad de género contribuya al “bienestar psicofísico del individuo”, la evidencia del Informe Cass demuestra que la paupérrima calidad de la base científica y el tratamiento ideológico y poco prudente ha generado un desastre en la infancia inglesa, y por su influencia mundial a través de las pautas internacionales, en muchísimos niños alrededor del mundo, que merece ser calificado como una grave violación a la dignidad humana y derechos humanos de los niños.
Chile no está exento de este grave crimen contra los niños. Los tratamientos hormonales con bloqueadores de pubertad y cirugías de cambio de sexo son una realidad en hospitales públicos y privados, contra el sentido común y la legislación. La clase política, el Poder Judicial y las instituciones del Estado tienen el deber de iniciar una investigación y velar, como acostumbran a decir, por el interés superior de los niños.
Agenda legislativa: 15 al 19 de abril
Roberto Astaburuaga: «Educación no sexista: lobos disfrazados de corderos»
La semana pasada el Tribunal Constitucional resolvió, por 6 votos contra 4, rechazar el requerimiento de inconstitucionalidad presentado por un grupo de diputados contra la expresión “no sexista y” del artículo 12 del proyecto de ley que consagra el derecho de la mujer a una vida libre de violencia. El Gobierno, desesperado por obtener algún logro político y presionado por las insatisfechas feministas, se la jugó para que TC no repitiera la sentencia de 2021, en la que declaró inconstitucional una frase similar respecto al proyecto de ley de garantías de la niñez.
El artículo en cuestión señala: “Los establecimientos educacionales reconocidos por el Estado deberán promover una educación no sexista y con igualdad de género y considerar en sus reglamentos internos y protocolos la promoción de la igualdad en dignidad y derechos y la prevención de la violencia de género en todas sus formas”. La norma establece una obligación para todo tipo de establecimiento educacional, sea público, privado o subvencionado. La discusión giró en torno a la definición, límites y alcances del concepto de educación no sexista. Lo anterior tiene relevancia porque será la Superintendencia de Educación la que fiscalizará que se cumpla esta obligación de promoción, y si considera que ello no ocurrió, podrá sancionar al establecimiento educacional.
Lo increíble es que ni el Gobierno ni las feministas son capaces de ponerse de acuerdo sobre su significado. El proyecto ingresó en enero de 2017 y en los 7 años de tramitación fueron absolutamente incapaces de definir el concepto o de demostrar su supuesta efectividad… porque hablar con lenguaje inclusivo está claro que no reducirá el número de asesinatos de mujeres, como tampoco cambiarle el nombre del delito por “femicidio”. ¿Por qué no quisieron dejar por escrito lo que realmente creen que es la educación no sexista? Porque es lo que vimos en la Convención Constitucional, ese feminismo totalitario que sólo considera válida su diagnóstico -y “soluciones”- de la relación entre el hombre y la mujer. Las adoratrices de Butler que defendieron la misma idea, que la educación tenga un carácter no sexista, en el proyecto de Constitución rechazado el 4-S, son las mismas que defendieron la constitucionalidad de la norma impugnada.
En este sentido, no sorprende que el Presidente, en sus observaciones al requerimiento, haya citado a un conocido profesor octubrista, el cual sostiene que el derecho a la educación no sexista “es un modelo que el Estado debe implementar a través de un conjunto coherente de medidas: marco regulatorio, promoción de buenas prácticas, actividad de gestión directa de establecimientos educacionales (sea a nivel central o municipal) y también es una obligación respecto de la gestión privada, que no sólo se garantiza vía el marco normativo general, sino que también a través de control y fiscalización”, y que “obliga al Estado a organizar todo el aparato de educación para garantizar que la educación no establezca distinciones con base en el sexo, género y las identidades sexuales. Esta reorganización del modelo de educación implica hacerse cargo del currículum oficial, del oculto y del omitido, así como de los espacios educacionales y las formas en que estos se estructuran y regulan la convivencia de la comunidad educativa”. Esta es realmente la definición en la que creen las feministas y no la que la abogada del Gobierno defendió en los alegatos, negando lo que siempre han defendido, asustadas de perder, como si se tratara de una cuestión inofensiva, una mera lucha contra la discriminación se basa en la diferencia sexual entre el hombre y la mujer. Pero, la verdad siempre triunfa y es imposible esconderla, especialmente si la han aplicado innumerables veces, como expuso la representante del movimiento ciudadano “Con mis hijos no te metas” que agrupa a decenas de miles de padres.
Podrán decir que la educación no sexista es diferente a la educación sexual integral, que persiguen un fin noble y que los casos polémicos en que los niños han salido afectados no es realmente lo que ellas buscan, pero deben hacerse responsables de las políticas públicas que impulsan, y las palabras de una diputada oficialista de esta semana confirman sus verdaderas intenciones. Por cada niño cuya infancia e inocencia se ve vulnerada por una supuesta educación “no sexista” que lucha contra “estereotipos de género”, por cada padre que ve cómo adoctrinan a sus hijos en las más disparatadas teorías de género y no dispone de herramientas jurídicas eficaces para oponerse o que impotente constata que el Poder Judicial, con su Secretaría de Género, avala lo que una burócrata ñuñoína cree que es el interés superior del niño, por cada establecimiento educacional, especialmente los cristianos, que ve cómo su proyecto educativo tiene que adecuarse a la interpretación antojadiza e ideológica de los organismos estatales fiscalizadores, el feminismo es responsable.
Es tiempo de que los políticos abran los ojos de una vez por todas y no se contenten sólo en oponerse a la agenda feminista que socava el derecho preferente de los padres de educar a sus hijos, sino en recuperar el terreno perdido y avanzar. No pueden seguir amparándose en excusas sobre desconocer el contenido o consecuencias de la agenda feminista. Cuando el lobo aúlla, el orco ronda.
Agenda legislativa: 8 al 12 de abril
Agenda legislativa: 1 al 5 de abril
Roberto Astaburuaga: “No tengáis miedo ¡de mirarlo a Él!”
La tarde del 1 de abril de 1987, el Papa San Juan Pablo II aterrizó en Chile y comenzó su visita de seis días. Su recorrido incluyó visitas a universidades, cárceles, instituciones políticas e internacionales. Tuvo palabras para los pobladores de La Bandera, los jóvenes, la familia, los enfermos del Hogar de Cristo, los académicos, los pescadores, los trabajadores, los mapuches y campesinos y los presos. Se dirigió a los chilenos, desde el Norte Grande a la Zona Austral. Coronó la imagen de Nuestra Señora del Carmen y beatificó a Teresa de los Andes.
Sin duda, muchos de los eventos de la única visita de Juan Pablo II a Chile fueron muy significativos, pero, de todos ellos, quizás sus palabras en el Estadio Nacional sean las que resuenan con más fuerza en nuestros días.
Los jóvenes de esa época probablemente tenían entre 15 a 30 años, es decir, que actualmente deben tener entre 50 a 70 años. ¿Caló en ellos el mensaje del Santo Padre? ¿Contribuyeron a construir un Chile más humano, más fraterno, más cristiano (…) una nueva civilización de la verdad y del amor, anclada en los valores propios del Evangelio y principalmente en el precepto de la caridad; el precepto que es el más divino y el más humano? ¿O fueron asfixiados por los comportamientos y presiones que vienen de la secularización? ¿O perdieron el sentido de Dios, única vía para vencer el mal con el bien y de apostar siempre por la gracia, por la vida, contra el pecado, contra la muerte? La advertencia que nos dejó fue inequívoca: El hombre puede construir un mundo sin Dios, pero este mundo acabará por volverse contra el hombre.
El viento no se ha llevado sus palabras. Hayan o no sido oídas y vividas por los jóvenes chilenos de esa generación, para cualquier veinteañero del Chile de hoy que las lea o escuche por primera vez o que vea el impactante video de su discurso, removerán su conciencia y descubrirán sin duda defectos, anhelos de bien no satisfechos, pecados, pero igualmente veréis que duermen en vuestra intimidad fuerzas no actuadas, virtudes no suficientemente ejercitadas, capacidades de reacción no agotadas. ¡Cuántas energías hay como escondidas en el alma de un joven o de una joven! ¡Cuántas aspiraciones justas y profundos anhelos que es necesario despertar, sacar a la luz!
A cuantos cristianos desencantados con la imparable ola hedonista, consumista, progresista y atea que azota nuestras leyes, escuelas, instituciones políticas y lugares de trabajo, les traería consuelo y esperanza escuchar que el Papa polaco les dice: Joven, levántate, ten fe en la paz, tarea ardua, tarea de todos. No caigas en la apatía frente a lo que parece imposible. En ti se agitan las semillas de la vida para el Chile del mañana. El futuro de la justicia, el futuro de la paz pasa por tus manos y surge desde lo profundo de tu corazón. Sé protagonista en la construcción de una nueva convivencia de una sociedad más justa, sana y fraterna.
En un Chile, y un mundo, que ofrece, inútilmente, libros de autoayuda barata ante dolencias que, muchas veces, son más morales que psicológicas, de un paganismo disfrazado de ecologismo y animalismo desquiciado; de una cultura y economía liberal insoportable en su egoísmo e indiferencia con los más desposeídos y endeudados; en fin, en un Chile sumido en acumuladas crisis de todo orden y clase, reflejado en la ausencia de Dios en el espacio público, en la destrucción de las bases de la sociedad y de la civilización cristiana, el mensaje que Juan Pablo II quiso transmitir, sin titubeos, a los jóvenes chilenos resuena en el Chile del 2024:
No tengáis miedo, ¡de mirarlo a Él!… Mirad al Señor con ojos atentos y descubriréis en Él el rostro mismo de Dios. Jesús es la Palabra que Dios tenía que decir al mundo. Es Dios mismo que ha venido a compartir nuestra existencia de cada uno. Al contacto de Jesús despunta la vida. Lejos de Él sólo hay oscuridad y muerte. Vosotros tenéis sed de vida. ¡De vida eterna! ¡De vida eterna! Buscadla y halladla en quien no sólo da la vida, sino en quien es la Vida misma. … ¡Buscad a Cristo! ¡Mirad a Cristo! ¡Vivid en Cristo!
Álvaro Ferrer: “Mirar a cada niño”
En uno de sus brillantes ensayos, Joseph Pieper alerta que la capacidad humana de mirar está en franco declive. No se refiere, como explica, a la sensibilidad fisiológica del ojo humano sino a la capacidad espiritual de percibir la realidad visible como verdaderamente es, acogiéndola con abandono, agradecimiento y humildad. Sugiere al respecto algunas causas, como la inquietud insaciable del hombre moderno que lo mantiene esclavizado a objetivos y propósitos meramente prácticos -o peor, pragmáticos- destacando por sobre todas la siguiente: el hombre promedio de nuestro tiempo pierde su capacidad de mirar porque hay demasiado que ver. Este “ruido visual” dificulta en extremo la contemplación, tornando la experiencia humana en un barrido superficial y atolondrado, un simple ojeo apresurado incapaz de entender y amar las cosas según lo que son.
Algo semejante ocurre con las numerosas conmemoraciones que nos ofrece el calendario: son muchas, demasiadas, y entre el acostumbramiento por repetición y la velocidad del diario trajín, pasan -nos pasan- desapercibidas. Las vemos, pero no las miramos, no las saboreamos en su específica riqueza.
Pero es necesario hacer una pausa, detenerse y mirar.
Mirar, especialísimamente, a la persona. La persona merece ser mirada, contemplada amorosa y desinteresadamente. Toda persona. No hay mayor tragedia, nos dice Francisco Canals, que el del hombre al que nadie miró, abandonado a una desgraciada e indigna soledad. Salimos a la calle y comprobamos que son pantallas de uso individual las que, con su infinita oferta distractora de cosas insustanciales -diseñadas para ser simplemente vistas y jamás miradas- se roban la dirección vital que la justicia reclama para la persona. Este signo, uno entre muchos -demasiados- es elocuente.
Por eso es dramático, también, que pase tan desapercibida la conmemoración del Día del Niño por Nacer.
Miremos: hoy, el simple hecho de hablar de “niño”, algo tan obvio y natural, resulta insólito. Dos o tres se atrevieron a usar esa palabra durante la última propuesta constitucional, la cual, en palabras de un emprendedor iluminado, estuvo a un “que” de ser aprobada. Recordar las acrobacias intelectuales y juegos de palabras vacías para sobreponer el “quien” al “que”, y viceversa, revela la primacía de una política descompuesta por el afán de poder y disponible a invisibilizar al niño por un mezquino y cortoplacista cálculo electoral. Muchos se limitaron a ver el asunto como una simple cuestión gramatical o insignificante idealización jurídica. Pocos, muy pocos, lamentablemente, miraron a esos niños.
Y esos niños no son una abstracción conceptual, no son un grupo o conjunto, un colectivo semántico, un género o ente de razón. Cada uno -no, ¡cada niño, todo niño!- es un ser personal, alguien cuyo destino no consiste en llegar a ser uno más o ser como los otros -un invisible operario aplastado por la ideología, un burgués autocomplacido en su autosuficiencia utópica, desconectada, despreocupada, desvinculada- sino desplegar su individualidad singularísima, particular e irrepetible, en y por amor.
¿Cómo abandonarlos, cómo renunciar al privilegio de desvivirse por ellos y, mirándolos, experimentar la inocente y gratuita mirada que lo entrega todo? Seguro interpreto a muchos al afirmar, sin exageración, que cargar la cruz de cada día encuentra su premio gozoso cuando, al caer la tarde, un niño, fijando su mirada, nos dice “papá”; y más, todavía, cuando de rodillas, al caer la noche, miramos a Quien nos mira y nos dice “hijo Mío”.
Es urgente volver a mirar, pero encarnando nuestra mirada. Este día nos sugiere mirar el rostro invisible de esos niños a los que nadie miró, afirmando su dignidad personal irrestricta para que, más temprano que tarde, todo niño pueda siempre llegar a nacer.
Hoy no es una fecha cualquiera. ¡Miremos! Tolkien supo mirar, eligiendo este día, 25 de marzo, para que ocurriese la caída de Barad-dûr -la Torre Oscura- y la derrota definitiva de Sauron -Maestro de la mentira- mediante la destrucción del anillo gracias a la misericordia de Frodo. Hagamos una pausa y miremos, porque este día, 25 de marzo, el sí humilde y confiado a la vida venció para siempre la mentira y su oscuridad permitiendo la encarnación de la misericordia.
Álvaro Ferrer Del Valle – Director Ejecutivo Comunidad y Justicia
Vicente Hargous: “El arte del buen gobierno”
Ha comenzado el segundo tiempo del gobierno del Presidente Boric. La primera mitad de este mandato estuvo marcado por un notorio estilo instagramesco de hacer las cosas: las poses y fotos (ejemplos tenemos muchos: basta con ver las que se difundieron para el momento de los incendios), las consignas tuiteras grandilocuentes, la insistencia en las banderas de la FECH que él mismo izara hace una década (el CAE es la muestra paradigmática de eso)… en definitiva, una cultura de show casi propia de Tik Tok (sobre todo en materias que saben que son alpiste para su 30%). A esto se suma la absoluta incompetencia para abordar seriamente crisis nacionales de marca mayor. En otras palabras, mostrar mucho y hacer poco.
El terrorismo de la Macrozona Sur se mantiene, en los hechos, completamente descontrolado. Sigue habiendo lugares donde reina la anarquía, como el territorio del narco, pero el gobierno no parece percatarse de eso, e incluso niega una y otra vez lo que ocurre, como si la culpa fuese de los periodistas que informan los hechos. Y cuando no es así, se limita a difundir expresiones rimbombantes que parecen sacadas de Designated Survivor o alguna otra serie de Netflix: “Los encontraremos y los pondremos tras las rejas”. Facta, non verba, cabría recordarles a sus asesores.
La crisis de inmigración se ha transformado en una de seguridad interna. Y el Presidente, cuando no niega la realidad, opta por compararse con la administración anterior o echarle la culpa. Recientemente se refirió a las fronteras, señalando que estaban descontroladas durante el gobierno del Presidente Piñera, a lo que acertadamente el periodista entrevistador le reprochó haber apoyado precisamente dicho descontrol mientras era diputado. Y así emerge otro grave defecto de este gobierno: la incapacidad total para hacerse cargo de sus hechos y dichos del pasado, tanto del propio Presidente como de varios de sus ministros y correligionarios.
En ocasiones pareciera que el Presidente Boric le habla únicamente a su público, bailando al compás de los hashtags de los arbóreos de Twitter. Pero no todos los que lo llevaron al poder son de ese perfil de votante. Por eso no logra ni siquiera enrielar a su propia coalición: al menos parte de la centroizquierda (e incluso parte de la izquierda dura) no se ve representada por el discurso woke, o al menos se da cuenta de que no es ni puede ser la prioridad de este momento (ni hablar de quienes saben que ese discurso es tremendamente dañino para Chile y los chilenos). Ya habíamos visto comedias como las caletas pesqueras con perspectiva de género o los fondos destinados al “desconocimiento del clítoris como problema de salud pública”. Ahora, muestran de manera permanente la obsesión casi patológica con los supuestos “derechos sexuales y reproductivos”, con la aprobación de la llamada “ley de violencia contra la mujer” (que bien podría llamarse “ley anti-hombres”) o la reforma a la “ley Zamudio” (que elimina los límites razonables que tenía). Leyes injustas apoyadas por causa de una ideología que les impide ver el mundo como en realidad es. Y para colmo, en medio de una tremenda crisis de seguridad -secuestros, cadáveres y restos mutilados en la calle, narcotráfico descontrolado-, el gobierno propone reglas diferentes para “migrantes y diversidades sexuales” (recordemos que nuestra Constitución prohíbe a la ley o a autoridad alguna “establecer diferencias arbitrarias”). Arbitrariedad, injusticia y sufrimiento para el pueblo de carne y hueso. Seguimos hablándole a “los monos peludos”, a “les compañeres” (nadie ha superado todavía esa caracterización de Piergentili). ¿Y la gente? Bien, gracias.
La coalición que lo llevó al poder cuenta con personas sensatas que se dan cuenta del absurdo de todo esto y que paulatinamente han dejado solo al Presidente, que no puede gobernar sin ellos. El problema no es tanto la falta de autocrítica, sino la falta de sentido de la política y la ausencia de una buena y sana política. Gobernar un país exige conducir a la propia coalición y, a la vez, lograr consensos con la oposición. Y “un buen gobierno” consiste en el arte conducir a la nación hacia lo mejor, al bien común, por encima de mezquinos intereses partidistas. Gonzalo Arenas destaca este punto en un libro recién publicado, sobre la política portaliana: gobernar exige hallarse en una posición “por encima del partido de gobierno”, como señalaba Encina: “cernerse sobre las pasiones y los intereses de clases, de bandos, de familias y de individuos”.
Todo lo anterior da a la oposición una buena oportunidad para estrechar lazos con un centro que hoy no encuentra su lugar en La Moneda, y también para ponerse firme frente al absurdo de tanta ideología. Pero, sobre todo, para darse cuenta de que no le hablan al pueblo cuando le hacen ojitos a esa izquierda progresista.